A fines del siglo
pasado la prensa venezolana publicaba comentarios sobre un medio de transporte
que se extendería por todo el país y lograría aceptación especial en ciudades y
regiones planas.
Bajo el título de “Sport”, un periódico de 1897 comentaba:
“Carta de naturaleza ha tomado entre nosotros el ciclismo; y con tal entusiasmo
se practica y propaga que ya sus numerosos adeptos se han organizado en
asociación”.
Aparecían fotografías tomadas a ciclistas en poses para la
historia nacional de este medio el cual, si bien aquí no se hizo extensamente
popular como en Holanda, sí representó el vehículo de locomoción a tracción de
sangre de gente de bajos ingresos, quienes siguen empleando las dos ruedas,
motorizadas o no, tanto para sus traslados como para la diversión y más
recientemente también como deporte de montaña, además del ciclismo de
competencia tradicional para el cual, entre otros, existe el Velódromo de El
Paraíso Teo Capriles, óvalo bautizado en honor a ese completísimo atleta gloria
nacional, cuando aún estaba entre nosotros para enseñar con su ejemplo y sabios
consejos de veterano.
Durante la década de los cuarenta eran ocasionales las
bicimotos, de muy poco caballaje, y en los cincuenta se popularizaron las
motonetas italianas Vespa y las Lambretta. La prensa y revistas como Elite y
Biliken, en los años veinte y treinta, publican con regularidad avisos de
promoción de marcas de bicicletas como Raleigh.
Destaca Ángel G.
Pinedo como representante y promotor de las motos Harley Davidson, competidoras
en el mercado con las no menos famosas Indian, BMW, Norton, BSA, Gilera, Guzzi,
DKW, Sarocea, Freda…
Era usual el interés comercial por los Sidecar,
facilitadores del transporte motorizado de hasta tres personas incluyendo la
que ocupaba la “parrilla”; eran apropiadas para el reparto razón por la que era
usual su empleo por repartidores y en el interior emulaban en la prestación del
servicio, al automóvil.
Benoto es la primera marca nacional de bicicletas. La creó
una familia de origen italiano.
En la actualidad, el interés se vuelca sobre las
montañeras, última generación de sofisticadas piezas con muy poco que ver con
la bicicleta de reparto de caja delantera, a la que nos acostumbraron en los
años cincuenta los dueños de abastos que distribuían en los domicilios.
En el Museo del Transporte existe una hermosa bicicleta de
finales del siglo XIX, reliquia donada por Enrique J. Brandt, testimonio de una
época y de un curioso y atrevido diseño. Para llevar bien los manubrios, el
buen equilibrio no era la mayor exigencia ni la destreza a desarrollar.
Poseemos material fotográfico revelador de las bicicletas
como instrumento de trabajo de las fuerzas de seguridad pública, así como motos
blindadas para el Ejército y en la Policía de Caracas.
También la prensa de la primera mitad del siglo reseña las
caravanas de ciclistas que viajan entre ciudades, en auténticos rallys que
despiertan curiosidad y fomentan el comercio de este medio acerca del cual, el
gran deportista y periodista Hermann Ettedgui, en evocación retrospectiva sobre
el deporte en Venezuela, publicada en la revista El Farol (año 1972).
Ettedgui apunta:
“En la década del treinta, prácticamente la bicicleta se hizo popular en
Venezuela por obra y gracia de la dedicación y capacidad atlética de Teodoro
Capriles, a quien se agregan otros propulsores de este deporte como De La
Madriz, Otamendi, Aladé, Fernández, Chirinos, Carrizales, Rodríguez, Valera,
Bilbao, Ituarde, Bermúdez, León, Rivas, Delgado, Laguna, Reitler, y tantos
otros. Fue el ciclismo el primer deporte en emocionar hasta la médula de los
huesos a quienes escuchamos el Himno Nacional, tocado en honor de un atleta criollo…”.
Desde 1948, con el ciclista Julio César León, Venezuela
debutó en los Juegos Olímpicos de Londres Somos escenario de la Vuelta al
Táchira, con más de 40 ediciones.
De crónica del
periodista Octavio Estrada, entresacamos datos como que oficialmente, la
Federación Motociclista Venezolana nació en junio de 1950, presidida por Jesús
Reina Morales, quien para entonces era un entusiasta deportista amante de todas
las disciplinas a motor en nuestro país. Ese mismo año es reconocida por la Federación
Motociclista Internacional.
La actividad
inmediatamente ganó adeptos y los nombres de Lambert Danzer, Maurizio
Marcotulli, Agustín Cangas y Pablo Mihalka. En 1953 se produce la primera
victoria nacional en pistas del extranjero, cuando Pablo Mihalka se impone en
Lima, Perú, en la clase 350cc, éxito que luego repetiría al año siguiente el
sensacional José Antonio "El Negro" Vivas tanto en 350cc como en
500cc.
Debutó el joven caraqueño
llamado Pedro José Betancourt, llamado a ser uno de los máximos ídolos del
motociclismo venezolano.
La joven gloria del
ciclismo nacional, Julio César León, asume la presidencia de la FMV en 1955 y
la lucha en los improvisados circuitos citadinos se extiende a las principales
ciudades del país.
Marcas como Ducati,
Norton, Mv Agusta, AJS sustituyen a las Gilera y Matchless de comienzos de la
década. Ferrucio y Benigno Dalle Fusine, Adamo Tursini, Andrea Ippolito, Mario
Ciccarelli, son sólo algunos de los valientes hombres con trajes de cuero que
acaparan las preferencias de los aficionados, si bien la figura de José Antonio
Vivas es la que más impacta por su arrojado estilo, alegrías y emociones que
deja de ofrecer al sufrir un accidente mortal en Los Próceres, en 1958.
En la década del
setenta se construyen los primeros circuitos permanentes en San Carlos, Turagua
y Maracaibo y es sobre su asfalto donde comienza a formarse la joven figura del
caraqueño Johnny Cecotto, quien debutó en 1972 en las calles de Barquisimeto y
apenas tres años después regresaba de Europa con el título mundial en la clase
350cc. Un fenómeno que cambiaría el motociclismo continental.
Por otro lado,
Ippolito es el primer presidente de la Unión Latinoamericana de Motociclismo,
fundada en 1974, siendo el primer ente continental reconocido por la FIM.
Los motocrossistas
Fernando Macía, Claudio Ippolito, Valentino Zolli, Tomás Goinger, Alfredo y
Gustavo Herrera, Freddy y Enrique Brandt, Francis Meza, Chicha Dorta, entre
muchos otros, buscan ascender en el campo internacional, pero ninguno como
Ricardo Boada, quien marcó una época con su arrojado estilo.
Ya en los años
ochenta, Carlos Lavado Jones se encarga de pasear el pabellón tricolor por las
pistas del planeta. 1988 marca el retorno de las grandes pruebas mundialistas a
nuestro país, gracias a la construcción del Crossódromo Andrea Ippolito de la
ciudad de Maracay, en el estado Aragua, instalación que resultaría un modelo a
seguir en todas las pistas del planeta.
El Mundial de 250cc se
disputó hasta 1999, temporadas en las cuales los pilotos venezolanos
continuaron cosechando decenas de triunfos en el ámbito continental en todas
las modalidades.
En los últimos meses, han llegado de visita y
para ofrecer la hermosura de sus máquinas, grupos de motociclistas que han
acompañado al público y otros coleccionistas de automotores que ahora nos
frecuentan, alternado con las muestras dominicales de antigüedades y objetos
curiosos además de las piezas propiedad de la Fundación Museo del Transporte.
Damos la bienvenida y
alentamos a estas agrupaciones de motociclistas que en el Museo Guillermo José
Schael tienen su casa al igual que AVAAV y demás agrupaciones de propietarios
de automóviles antiguos y clásicos.
Leyendes
1 y 2.
Motociclistas que en fechas recientes se han dado cita en el Museo del
Transporte. 3. Grupo de motociclistas fotografiados cerca de La Guaira en la
década de 1920.
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