El miércoles 27 de abril de 2011, en su blog “Escritos de u Salvaje”, Napoleón Pisani Pardi (San Cristóbal 1940/Caracas 2013), artista plástico, crítico de arte, docente e investigador histórico, publicó otra de sus crónicas elaboradas a partir de lecturas, entrevistas y otras búsquedas que le permitieran aproximarse a la realidad psíquica de Armando Antonio Reverón (Caracas, 1889/1954), artista a quien admiraba, apreció los valores plásticos y humanos que lo consagraron desde joven, cuya fecha de nacimiento ha sido tomada para marcar el Día Nacional del Artista Plástico. Este 10 de mayo de 2016, por iniciativa del Ministerio PPP la Cultura, se procederá al traslado de los restos de Reverón al Panteón Nacional, coincidiendo con idéntico homenaje a otro héroe civil de la República, el no menos fundamental César Rengifo (Caracas, 1915/1980), pintor, muralista, maestro y pensador.
Napoleón Pisani Pardi escribió:
“EL DR. HÉCTOR ARTILES HUERTA Y
ARMANDO REVERÓN
En una de las tantas veces en que visité al pintor César Cignoni en su casa de Los Chorros, el Dr. Héctor Artiles Huerta, también asiduo visitante a esa casa, me obsequió su libro titulado Casos Clínicos. En una parte del prólogo de esta publicación, el Dr. Ibáñez Petersen dijo lo siguiente: “…estudia la vida de los pintores venezolanos y sus vicisitudes psíquicas; recalca de manera muy especial la historia clínica de Armando Reverón, ese venezolano que demostró su grandeza enmarcada en su penumbra mental. Sus desajustes fueron tratados por el Dr. Báez Finol, pero quien realmente estuvo cerca de Reverón durante sus horas difíciles y en el momento de su muerte fue Héctor Artiles. Mucho se ha escrito sobre ese genio de la pintura venezolana, enfoques críticos de su obra han llenado páginas pero quizás la persona más autorizada para evaluar su patografía es Artiles porque vivió más cerca su tragedia. Este libro descubre aspectos poco conocidos de Reverón”. Caracas, 22 de octubre de 1981.
Pero en la segunda edición de Casos Clínicos, el Dr. Luis E. Fuentes Guerra, se refiere a este libro en estos términos: “La obra de Artiles atrae y convida, hasta al más profano, cuando se hojean sus páginas y se advierta, con verdadera sorpresa, la polícroma presencia del arte pictórico, expresado en cuadros de famosos pintores vernáculos: Armando Reverón, Humberto González, Bárbaro Rivas, Alberto Brandt, Luis Ordaz, Feliciano Carvallo y Alejandro Colina. Es que estos célebres artistas nuestros concurrieron como enfermos mentales a las salas hospitalarias de Instituciones Psiquiátricas donde Artiles prestaba sus servicios profesionales, especialmente en el Sanatorio San Jorge y en el Hospital Psiquiátrico de la ciudad de Caracas”. 10 de agosto de 1987.
El Dr. Artiles ingresó al Instituto San Jorge, como médico residente, en septiembre de 1947, y en 1948 ingresó al Hospital Psiquiátrico de Caracas, como adjunto. En el Instituto San Jorge, que era privado, y dirigido por el Dr. Báez Finol, el Dr. Artiles Huerta estuvo siempre muy cerca de Armando Reverón. En la casa de César Cignoni, con mucha frecuencia nos hablaba de su trato con el artista. En aquellas conversaciones, el psiquiatra nos demostraba su conocimiento acerca del arte, y eso le permitió valorar con certeza la obra de Reverón, lo que le permitió, asimismo, obtener las mayores y mejores herramientas para acercarse, como psicoterapeuta, a la personalidad clínica de Armando Reverón.
“Reverón como hombre fue un genio, como paciente fue genial”. Nos dijo el Dr. Artiles. “Sus últimos cuadros los pintó en el Sanatorio, que estaba en la Avenida España de Catia. El pintaba cuando estaba en los momentos de mejoría”. Esto mismo lo aseguró muchas veces su médico tratante, el Dr. Báez Finol: “Reverón siempre pintó en sus monumentos de lucidez. Lo que se diga al margen, puede considerarse como una falta de conocimiento de su personalidad”: Algo parecido nos dijo en 1963 el Dr. Moisés Felmand, quien también se había interesado por estudiar la enfermedad mental del artista.
El escritor Miguel Otero Silva, gran amigo y gran admirador de la obra del pintor, declaró en una ocasión lo siguiente: “Yo no niego los quebrantos se salud mental que le diagnosticaron los psiquiatras, pero cada vez que yo hablaba con él, su conversación era por demás lúcida y vibrante. Frente a los turistas, frente a quienes iban por simple curiosidad, Reverón utilizaba la teatralidad, exagerando todos sus movimientos y vocabularios. Esto no era más que un mecanismo de defensa de sus soledades, de no dejar invadirse, de no permitir preguntas impropias sobre su trabajo”.
Los últimos cuadros de Reverón fueron realizados en el Sanatorio San Jorge, en Catia. Una de estas obras: El Patio del Sanatorio, se encuentra en la Galería de Arte Nacional, otras más, deben pertenecer a la hija del Dr. Báez Finol, la Dra. María José Báez Loreto. Según el psiquiatra Artiles Huerta, “días antes de morir, el artista había visitado el Museo de Bellas Artes, y luego el Nuevo Circo de Caracas, en compañía de su médico tratante, pues tenía en mente realizar una obra cuyo tema era una corrida de toros”. Reverón era amante de la fiesta brava. Allá en Macuto, en el Castillete, el pintor guardaba los cuernos de un toro, y había fabricado una montera y unas banderillas de utilería, para en algunas ocasiones ser usadas en aquellas famosas representaciones teatrales organizadas por el artista. Y cuando los integrantes del Círculo de Bellas Artes, a comienzo del siglo pasado, llevaron a cabo una novillada en el Circo Metropolitano con la finalidad de recaudar fondos en beneficio de esa agrupación artística, él único que se le arrimó al toro y dio unos buenos pases con el capote, fue Armando Reverón…
Aquel cuadro que el artista pensaba realizar en el Nuevo Circo, no se pudo hacer, pues un día sábado del 18 de septiembre de 1954, y a las dos de la tarde, el pintor falleció a consecuencia de una hemorragia cerebral. Al día siguiente el féretro fue trasladado al Museo de Bellas Artes, donde el escultor Santiago Poletto le hizo una mascarilla a Reverón, quien un día antes, y de inmediato, hizo su entrada a la inmortalidad”
OSCAR YÁNES: ÚLTIMO PERIODISTA
QUE ENTREVISTÓ A REVERÓN EN EL CASTILLETE
“Oscar Yanes: Reverón no desmiente su locura...
El jueves 29 de enero de 1953 Últimas Noticias publicó la entrevista que Oscar Yanes le hizo a "El pintor de Macuto" y que hoy reproducimos
“-¿No leíste hoy los periódicos?”, le preguntó el joven reportero Yánes.-“No...Entonces, Yanes le comentó:-“Que estás loco”.Y en esa entrevista que publicó el diario Últimas Noticias el jueves 29 de enero de 1953, Yanes describe con lujo de detalles qué sucedió luego en El Castillete, a las afueras de Macuto, vía Las Quince Letras:“Reverón guardó silencio. Bajó los ojos y después, lentamente, fue subiendo la mirada hasta clavarla fija en la cara del reportero...-Yo no digo nada. ¿Qué puedo decir yo? Ellos son los doctores. Los que saben. Pueden hacer todo, pero… - y amenazadoramente levantó el índice, para agregar con voz de trueno: Pero, les va a salir el Niño Jesús y les va a echar una broma...”.En el curso de la entrevista que contribuyó a que el Concejo Municipal de Caracas se preocupara por la salud del artista y las atenciones que ameritaba, el diálogo entre Yánes y Reverón trascurre como fue transcrito y publicitado de nuevo por Últimas Noticias en la edición del 21 de octubre del 2013. Estaba en cartelera la película del cineasta Diego Rísquez centrada en Reverón, el pintor de la luz.“¿Cree usted que está loco?-¡Felicidad! ¡Felicidad! -musitó el gran artista cuando penetramos a su mansión de piedra ayer en Macuto. Las barbas las tiene más largas. El bigote le oculta los labios y el cuerpo está quemado por el sol. Reverón anda semidesnudo y cuando entramos a su casa le pasó dos cadenas a la puerta y tiró las llaves contra el suelo.-Allí están las llaves de las siete lenguas -le dijo al periodista. Son siete lenguas, siete bocas -empezó a explicar. De cada lengua sale un labio. Cada labio es una historia -recogió el llavero y se lo puso al reportero debajo de la barbilla.Perdone, pero así entenderá mejor. ¿Pudiera usted vivir con esto así?-No.-Correcto. Nadie puede vivir con las llaves guindando. Por eso yo las tiro al suelo.Después empezó a quejarse. Se pasaba las manos por el rostro, lanzaba mugidos, como una fiera acorralada y transcurridos pocos segundos volvió a hablar:-Es que me ahogo. La culpa de todo la tienen los médicos. Tengo animales por dentro que me suben por el estómago y me quitan la palabra. Para hablar tengo que pedirles permiso y ya he descubierto la clave: me mantengo recto, derecho. Así no puede hacerme nada el Dios Toro.-¿Quién es el Dios Toro? -Un toro -contestó después de lanzar una agradable carcajada. El Dios Toro va a inspirar, junto con mi Virgen, mi última obra. El toro es enemigo del movimiento. El toro me observa, se mantiene con sus ojos atentos, los músculos tensos y embiste sobre todo lo que se mueve. Obvia el movimiento yo temo moverme delante del Dios Toro. Vengan por aquí y entenderán mejor… -recogió de nuevo las llaves y nos llevó hacia su cuarto de piedra. El espacio es reducido y una cama limpia está en el centro de la estancia. Hacia la cabecera hay una cabeza de toro magníficamente dibujada. Los cuernos están clavados a ella y las patas son de madera. Reverón se sentó en la cama, se quitó las alpargatas y las colocó sobre un baúl.-Para qué es eso, para que no se la lleven los perros -se acostó derecho y comenzó a lanzar mugidos mientras se pasaba la mano por la cara.-Se fijan, así estoy mejor, me salen bien las palabras -después se levantó y se acercó al toro de cartón, lo besó en el testuz, llevó sus manos callosas a la altura del pecho y empezó a musitar algo que no pudimos entender.Afuera en el caney, Juanita, la compañera del artista, observaba con los ojos húmedos y se secaba las lágrimas. Reverón siguió orando, después, silenciosamente, abandonó el santuario.-¿Qué es la pintura? Cuando se encontraba afuera volvió a hablar:-Este es el escenario de mi misma obra. Aquí -y mostró la esquina, una estatua de Adán el grande del tamaño de un hombre. Adán es el padre de todos los hombres.-Adáaannn… -llamó, su voz parecía un lamento.-Síii -contestó. Aquí va Adán. Ya respondió. En esa otra esquina -y señaló la otra punta del cuarto- va Eva.-Evaaa…-Evaaa. ¿Escuchan? ¿Escuchan el eco, no? -preguntó desde que gritó por segunda vez.-Yo contesté. Después vendría la manzana que es el mal, ¿no? y luego Dios, pero no Dios como lo pintan, sino el Dios verdadero, Dios como hombre. Cada hombre es un Dios. Cuando yo hablo, yo soy Dios. Cuando tú hablas, tú eres Dios. Dios está en todas partes -siguió conversando con convicción.-Dios está en el color, ¿no lo ves? -clavó sus ojos, pequeños, en las cosas que nos rodeaban: los muros de piedra, las jaulas de los monos, la luz- Qué cosa tan seria es la luz -dijo- ¿Cómo podemos conquistar la luz? Yo he intentado. Y esa es mi lucha. Primero uno trabaja en una cosa que no sabe. Aquello nos resultó incoherente y preguntamos.-¿Cómo? -En la pintura. ¿Qué es la pintura? Es una cosa que no se sabe. La pintura es la verdad. Es la luz, pero la luz ciega, vuelve loco, atormenta, porque uno no puede con la luz -entonces tomó con la mano izquierda un pedazo de carbón.-El negro del carbón es insustituible -murmuró y empezó a pintar, no había tela, no tenía paleta, pero estaba pintando. El pincel era el pedazo de madera quemada y la tela era el mismo paisaje, de la misma luz."De la basura sale el arte"-Yo no puedo mirar los colores de la paleta, porque no puedo despegar los ojos de la luz -decía y seguía pintando en el espacio. Los colores son tremendos. De la naturaleza hay que sacar los colores. Prepararlos con los mismos elementos de ella. La tierra, qué buen color produce. Y éste. Vean qué bello -raspaba un ladrillo contra una piedra y frotaba el polvillo en sus manos. ¡Es perfecto! El tono oscuro que no sólo con tierra se puede lograr sino también con otras cosas… Como materia de la basura, sale también la luz. Este es el arte.Reverón guardó silencio, volvió otra vez a pasarse las manos por el rostro. A lanzar mugidos como un toro amenazado y con una voz de angustia, confesó:-Son las palabras que me ahogan cuando converso con los amigos. Los animales que tengo en el estómago no me respetan. Suben hacia mi garganta.-Porque ellos saben -agregó- que yo tengo la clave de todo. Son las cuatro patas. La mesa. El toro parado. La base de todo está en las cuatro patas -así se puso en cuatro patas.-Vean. Si me colocan una botella en la espalda no se cae… Es una mesa -volvió a incorporarse:-Después que hago esto me siento mejor.-Huuummm -emitió un profundo suspiro. Vamos adentro para que vean mi última obra -caminamos entonces hacia el cuarto que él artista llama "La Barbería". Hay otro cartel en el que aparece la siguiente inscripción.-"El Barbero de Sevilla" -adentro, en un espacio reducido, están los famosos recuerdos de Reverón: un piano, unas escaleras que conducen a una puerta que no existe, un teléfono de cartón, sin bocina. Cerca está la silueta de una jarra y una ponchera.-Con agua imaginaria -explica el pintor. Sigilosamente, como si temiera despertar a un niño en un cochecito cercano, dormía un muñeco, se acercó hasta un cuadro que estaba cubierto con un papel. Lo levantó y ante nosotros quedó una virgen.-Vean las manos, están quietas. Nadie puede tener las manos como ella. La falta de movimiento de las vírgenes es lo que vuelve loco a cualquiera. Nadie puede estar tan quieto como una Virgen. ¡Pintar una Virgen es una broma seria!El pintor quería contar entonces la historia de la Princesa Maniquía y el cuento del lorito del cura, pero le preguntamos qué pensaba Reverón de Reverón.-Yo no sé cómo es mi pintura. Yo no sé nada -después hablamos de su salud.-¿A ti me gustaría que te sometieran a tratamiento médico en otro sitio? -la pregunta le hizo abrir los ojos.-No. ¡Ni que estuviera loco salgo yo de aquí! Aquí tengo todo: mis clientes, mis figuras, mis paisajes, mis colores. ¡De aquí no me voy nunca!-¿No leíste hoy los periódicos?-No…-No viste que se planteó un debate acerca de tu salud...-¿Qué dicen?-Que estás loco… -Reverón guardó silencio. Bajó los ojos y después, lentamente, fue subiendo la mirada hasta clavarla fija en la cara del reportero. Los ojos del pintor son simpáticos. Sinceros, con un fondo de tristeza. Como los de los animales buenos o como los de Charles Chaplin. Después se quedó viendo las piedras y las llaves de las siete lenguas que estaban tiradas en la tierra.-Yo no digo nada. ¿Qué puedo decir yo? Ellos son los doctores. Los que saben. Pueden hacer todo, pero… -y amenazadoramente levantó el índice, para agregar con voz de trueno:-Pero, les va a salir el Niño Jesús y les va a echar una broma…Juanita en un rincón, discretamente, seguía llorando".*En cuanto al mismo tema de la salud que, a raíz del reportaje para Últimas Noticias escrito por Yánes, tanto alarmó a la ciudadanía, a sus amigos como a funcionarios, Esther Ríos Noguera, comentaba que hacia 1947, como ayudante del doctor Alfredo Borjas, urólogo del grupo pionero fundador en 1928 de la Policlínica Caracas, el paciente Armando Reverón, amable, siempre cortés, inconstante y valiente, daba muestras de cuidar poco de su persona. “Con cuerno ‘ciervo se le limpiaban heridas de las que brotaba la gusanera”.Sin embargo, ya era admirado, frecuentado por la prensa, otros artistas, arquitectos famosos como Giorgio Ponti, curiosos, fotógrafos y amantes del arte como Alfredo Boulton, tanto como en los primeros años de la década de 1950, va a retratarlo el español foto-reportero de las revista Élite y el suplemento social de La Esfera, Victoriano De Los Ríos, “extraño y desconcertante en sus composiciones, el artista sorprende también por la variedad de sus temas” y saber “captar en el hombre los aspectos ocultos de su personalidad”. Reverón era una referencia en el vecino litoral al igual que en Caracas y hacia donde alcanzaba proyectarse con su pintura a veces hecha de la nada. O de la luz.
REVERÓN; LUZ; MAR, El PUERTO Y LOS TRANSPORTES
En 1939, para Mariano Picón Salas, Armando Reverón era uno de los venezolanos actuales más importantes del país. Había nacido en Caracas en 1889, un 10 de mayo.
El excepcional libro dedicado al hombre y artista, publicado el 2007 por Juan Carlos Palenzuela, hace notar la relación de Reverón con el ferrocarril, el alemán para viajar a Valencia siendo muy niño, y el inglés, empleado también con frecuencia para ir y venir del litoral guaireño que muy joven comienza a frecuentar y cuya luz se convierte en el eje mágico más seductor en la parte más interesante del legado del pintor.
La tuvo igualmente con los vapores trasatlánticos que servían a La Guaira pues en el segundo decenio del siglo XX, comienza a utilizarlos como pasajero para viajar a Europa.
Apunta Palenzuela que la revisión de la sección Tráfico de Pasajeros, la publicada en El Nuevo Diario, como era costumbre en los demás periódicos de su tiempo, permite seguir el itinerario del joven e inquieto artista que hace uso de los vapores “Citá de Torino”, “Bienvenido”, “Perou”, entre otros incluidos en los itinerarios de las navieras italianas, españolas, francesas o inglesas que tocan en nuestros puertos. Tales registros eran fáciles de recopilar pues si bien el movimiento de pasajeros era relativamente reducido como para insertarlo en los diarios, reflejaban el control gubernamental de la migración interna.
La obra de Reverón que tanto tiene de ambiente marino, incluye cuadros cuyo motivo es el ferrocarril La Guaira-Caracas, el puerto, escenarios que lo ocupan desde el punto de vista temático a finales durante los años treinta y cuarenta.
De la colección de la Galería de Arte Nacional es parte la tela Paisaje con locomotora. También uno de los registros del movimiento de pasajeros usuarios del tren del Gran Ferrocarril de Venezuela que servía entre Caracas y Valencia,
La fecha natal de Armando Reverón ha sido tomada para resaltar el día dedicado a nuestros artistas plásticos entre quienes José Antonio Dávila se cuenta por algunas obras donde el ferrocarril es tema al igual que lo ha sido en varios pintores primitivos de Petare, localidad influida en el pasado por el Ferrocarril Central que a la ida y vuelta de los Valles del Tuy vía Santa Lucía, hacia un toque en el estación situada entre el río Guaire, justo detrás de donde se construiría el Hospital Pérez de León, y la colina coronada por el hermoso templo.
Reverón visto por el fotógrafo Victoriano De Los Ríos |
Reverón visto por el fotógrafo Victoriano De Los Ríos |
Napoleón Pisani Pardi (a la derecha) con Derbys López Suárez. |
Juan Carlos Palenzuela autor de la biografía y estudio más completo en castellano de Armando Reverón. |
Mariano Picón Salas: en 1936, Reverón era uno de los artistas contemporáneos más actuales e importantes del país |
Trasatlántico francés “Perou” uno de los que utilizó Armando Reverón para ir a Europa y regresar a La Guaira. |
Locomotora en el puerto de La Guaira. |
Una de las últimas fotografías que le fueron tomadas a Reverón en Caracas (c.1952). |
El tren La Guaira-Caracas serpenteó la montaña que separa a la capital de su litoral Caribe entre 1883 y 1951. Reverón solía usarlo al igual que el Ferrocarril Central. |