El inventario de los antiguos ferrocarriles mineros acusa el de siete kilómetros de extensión construídos en la isla Margarita, entre las minas magnesita ubicadas en Loma de Guerra y el puerto de Manzanillo. Este tren fue inaugurado el 31 de julio de 1914 pero dejó de funcionar a los 11 años debido a la baja rentabilidad de la operación.
Carlos Stohr, el checo-margariteño cronista gráfico de la Perla del Caribe, recoge testimonios según los cuales la locomotora se paralizó bastante antes de que la concesionaria norteamericana abandonara la explotación. Al parecer, en tiempos de la primera guerra mundial fue difícil mantener operativa la máquina que halaba las volquetas hasta el improvisado terminal marítimo en la pintoresca bahía de Manzanillo, en el extremo noreste de la isla.
The Magnesita Mining & Manufacturing Company, retomó la explotación durante la segunda guerra mundal pero sin locomotora, sustituida por tracción humana aprovechando los rieles paralelos a una trocha -refiere Stohr en crónica publicada en Norte Franco, periódico de Juan Griego.
Los sempiternos litigios por la titularidad de la tierra auyentaron al concesionario. Recuerdan a Mr. Zeiss como a Mr. Schumacher, último gerente de la explotación, cuya hija Amada casó en Margarita con el ingeniero Eduard Madden, también estadounidense constructor del embalse de La Asunción así como de otras obras en varios lugares de Venezuela.
Como vestigios del tren margariteño quedó el aljibe El Jobo y una alcantarilla, ambos en Manzanillo, así como ruinas de la casona habitada por Schumacher desde donde divisaba tanto el mar como el fértil valle de Paraguachí, la vecina localidad cabeza de la microregión.
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