El Ford Modelo T popularizó en el país el “concepto
automóvil”.
JULIAN AFONSO LUIS
Cuando los libros de historia afirman que el Ford Modelo T
llevó el concepto de automoción sobre cuatro ruedas a todos los confines del mundo,
no es retórica y ello también incluyó a Venezuela.
El Ford Modelo T causó un impacto sociológico en el mundo
del Siglo XX y convirtió a su creador, Henry Ford, en el “democratizador” del
automóvil. Era versátil, fiable, sencillo, fácil de usar y estaba al alcance de
cualquier trabajador. Con el Modelo T, Ford introdujo el concepto de la “cadena
de montaje” y pudo venderlos tan baratos como a US$260 cuando un obrero de Ford
ganaba US$5 semanales. Todo un signo de progreso y bienestar social que un siglo
después no se verifica en Venezuela, donde trece meses de sueldo mínimo no
pueden pagar un carro. Ni siquiera usado.
Ford comenzó a masificar la producción del Modelo T en 1911,
cuando comenzaron a llegar unidades a Venezuela. Si seguimos con los paralelismos
veremos que Charles Duryea fue el primer americano en construir un auto hacia
1896 y que Henry Ford construyó su primer carro en 1903. Un año más tarde
Venezuela recibió su primer carro y eso convierte a nuestro país en pionero del
automóvil, casi al mismo tiempo que los norteamericanos. Basta ver lo ocurrido
desde entonces en ambos países y con sus industrias del automóvil para
establecer penosas conclusiones.
En Venezuela los primeros Modelos T llegaron hacia 1911 y
fueron adquiridos directamente a Ford, en Dearborn, por el empresario William
H. Phelps quien los embarcó desarmados en huacales hasta La Guaira y los hizo
subir en ferrocarril hasta Caño Amarillo en Caracas. De allí se hizo el
carreteo en mula hasta su establecimiento, El Almacén Americano, cerca de lo
que hoy es Parque Central.
Phelps encargó a un joven y avispado discípulo, Edgar
Anzola, viajar a Michigan para conocer la factoría Ford y aprender a armar,
reparar y mantener los Modelo T. Era Anzola quien los armaba en la trastienda
del Almacén Americano y los estacionaba airosos en la calle, frente al
establecimiento. También Anzola recibió un encargo fascinante; entregar los
Modelo T que se vendían en el interior, lo cual obligaba a transitar rutas sin
caminos, en largas y aventureras epopeyas que terminaban con una fiesta en el
lugar de entrega. No era para menos, porque aquellos temblorosos e incansables
“forcitos” eran el futuro.
En EE.UU el precio del Modelo T fluctuó según la capacidad
para producirlos, pero en Venezuela siempre se vendieron en torno a Bs.6000,
como demuestran los avisos de época publicados en Billiken, el Cojo Ilustrado y
El Universal. Considerando una paridad cambiaria en torno a Bs.2 y tomando en
cuenta que como promedio un Modelo T costaba US$500 en Michigan, habrá que
concluir que el margen de ganancia de Phelps fue notable, por caro que fuera el
flete marítimo. Por eso otros empresarios venezolanos, a partir de 1915,
comenzaran a importar Modelo T y una gran variedad de automotores, mayormente
procedentes de EE.UU, Francia, Inglaterra y Alemania.
El Modelo T fue el primer carro vendido en cantidades
apreciables en el país, nuestra primera patrulla (Caracas, 1915), el primer
“auto escuela”, el primer camión, la primera herramienta rodante de la
Electricidad de Caracas y la primera ambulancia. A ello contribuyó que pudiera
solicitarse como “faetón” de cuatro plazas, camioncito de plataforma (que
sirvió para trasladar los primeros bidones de gasolina llegados al país y dar
suministro a las primeras gasolineras locales), bus de ocho pasajeros, carro
cerrado (el famoso “coupelet”) y roadster deportivo para los “patiquines” de
moda. El convirtió a Ford en la marca automotriz con más presencia en
Venezuela.
La creencia popular suele atribuir al Modelo T el
protagonismo en un hecho tan significativo en nuestra historia contemporánea
como la muerte del “venerable” doctor José Gregorio Hernández, al ser éste
embestido mientras cruzaba la calle el 29 de junio de 1919. Muchos
historiadores han repetido que le embistió un T, pero no es así. Fue un Essex
Super Six de 1918 fabricado por Hudson.
En los incipientes registros locales de tránsito y aduana en
los años ’20 no se registra la cantidad de Modelo T llegados al país, pero los
historiadores estiman unos pocos millares. Cifra no alcanzada por las pocas
alternativas de ensamble local aún activas en nuestro país.
El reemplazo del Modelo T por el Modelo A en EE.UU durante
1927 marcó el fin de su comercialización en Venezuela. Hasta ese momento Ford
había armado quince millones de unidades y otorgado varias concesiones de
ventas en nuestro país, incluyendo al valenciano Auto Mundial, aún operativo.
Los pocos millares de T llegados al país y llamados coloquialmente “Ford de
tablitas” gracias a su piso de madera, fueron consumiéndose poco a poco, a
consecuencia del uso, el abuso y la llegada de modelos más modernos. Por años
algunos animaron las fiestas locales en ciudades del interior y Henry Ford II
manejó uno en la planta Ford en Valencia, cuando la visitó en 1969 para recibir
el primer Maverick hecho en Venezuela. Dos de las pocas decenas sobrevivientes
(ambas de 1914) se conservan en el Museo del Transporte de Caracas, en buenas
condiciones de originalidad, pero hay otras en Valencia, Mérida, Barquisimeto,
Maracaibo y demás urbes del país.
(Publicado 26 10 2015 en Flash de Motor)
El Universal publicó en 1912 esta fotografía de una patrulla policial presentada en el Palacio Federal, en Caracas. |
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