Falleció ayer Enrique Tejera París. Hace dos meses y medio
predijo que debido a la enfermedad que lo aquejaba, además de la edad, su
muerte podía estar próxima.
El periodista José Ángel Ocanto tuvo oportunidad de
entrevistarlo. La revelación de aquella larga conversa entre la figura pública
y el ágil entrevistador, atrajo el interés de muchos lectores. Casi no hubo
quien cuando menos supo que Tejera París había hecho ese breve recuento de tantas
historias sobre las cuales, con detalles, escribió en cuatro tomos dedicados a
sus memorias, bestsellers que lo plenaban de felicidad y orgullo en los últimos
tiempos. Consideraba que al dejarlas escribirlas y publicadas, hacía lo debido
dadas sus experiencias. Experiencias que llevan a conclusiones o de donde es
posible aprender bastante.
Para cerrar la entrevista, José Ángel Ocanto dejó constancia
de su última pregunta y lo que Enrique Tejera París, abogado, economista,
diplomático, respondió:
-¿Cómo quisiera ser recordado, doctor?
-Yo creo que no voy a ser recordado por mis escritos, ni por
lo que he hecho. En el fondo, yo creo que no voy a ser recordado por nada.
En el Museo del Transporte sí recordamos -y recordaremos- a
Enrique Tejera París como el amigo que fue de la institución en sus años
iniciales pero sobre todo lo demás, haber sido el promotor de la Fundación
ECOTEP. Nació esta en la década de los setenta del siglo XX para rescatar el
tren hacia El Encanto (tramo estación Los Lagos-El Encanto), oasis enclavado en
la montañas altas del estado Miranda, originalmente creado por el antiguo Gran
Ferrocarril de Venezuela a finales del siglo XIX.
Con la FMT, Tejera París negoció la entrega de la locomotora
Hartmann Halcón, salvada y restaurada (1976) en el Museo del Transporte, en
Caracas, llevada sobre una gandola hasta dejarla reposar, operativa ciento por
ciento, sobre los viejos reales del ferrocarril alemán. Hizo cientos de viajes
a todo vapor ida y vuelta. Dejó recuerdos imborrables.
Gracias a sus influencias políticas como personales más la
tesonera labor con Antonio Agostini a su lado dada la condición de Agostini
como presidente de Inparques, directivo fundador del Museo del Transporte,
directivo de la Fundación ECOTEP y amante de las ferrovías.
De modo que Tejera París, quien en su casa deja bien
plantado uno de los viejos vagones del GFV que siempre conservó con excelencia
y complacencia particular, es recordado entre otras cosas por aquel primer
gran, efectivo y duradero rescate integral –como debe ser- de parque turístico
El Encanto, alguna vez auténtica joya mientras permitieron que subsistiera como
iniciativa de eminente carácter público, popular, ecológica y conservacionista.
A continuación reproducimos el texto completo de la aludida
entrevista.
“Yo pudiera haber sido Presidente”
“El Impulso. Barquisimeto. José Ángel Ocanto / Agosto 30,
2015.
“Llegar a su casa en Oripoto, en una sinuosa y leve escarpada
de El Hatillo, al sureste de Caracas, es saludar, en sus particulares Campos
Elíseos, una avenida de bambúes en estricta formación, hirsutos, solemnes, como
listos para una ceremonia. En algún instante nos sorprendió buscar, distraídos,
el lugar exacto en que reposan las aguas mitológicas del río Leté, reservado a
las almas virtuosas.
Después de un portón que ataja toda vista hacia el interior,
una puerta de cristal, con una pesada aldaba de bronce. Lo que sigue, una vez
atravesada la sala, hasta llegar al punto en que nos aguarda el doctor Enrique
Tejera París, es una biblioteca que parece forrar todas las paredes, muros y
cabezas del mundo.
Un alucinante homenaje visual al pensamiento. Un túnel de
libros, lomos, títulos, anotaciones en sus rebordes, señal de haber sido
leídos, manoseados, cotejados en los embelesos de la reflexión, en las secretas
lumbres de la sabiduría.
Cuando, al fin, aparece recortada la imagen de su cuerpo
sonriente, calmo, enjuto, distinguido, sentado bajo una inmensa pintura cuzqueña
de San José, se nos antojaba que ese señor traslúcido acababa de escaparse,
para la ocasión, de aquella fiesta de libros.
De algún texto de nuestros aconteceres recientes, que se han
vuelto repentina parte de la historia. Porque ese hombre de 96 años que está
allí, es un personaje con escarcha y estirpe de historia, sólo que está vivo.
-Yo existo de milagro -dice de soslayo, como si adivinara
nuestro asombro.
Narra que dos tatarabuelos suyos, héroes de la
Independencia, tuvieron un final cruento, cuando habían asegurado descendencia.
Vicente Tejera encontró la muerte en una batalla naval, yendo hacia el Congreso
de Angostura. Vicente Guevara fue fusilado por orden de Morillo, en 1819
-Su padre, Enrique Tejera Guevara, fue uno de nuestros más
grandes sanitaristas, junto a Arnoldo Gabaldón. Libró batallas contra el
paludismo, la malaria. Descubrió el mal de chagas en el país. Marcel Roche dice
de él que estudió 17.000 muestras de tierra y aisló unas 32 variedades de
hongos. Fue el primer ministro de Sanidad y Asistencia Social.
-Creó el ministerio de Sanidad. Fue profesor de la
universidad mucho tiempo. Era muy joven cuando descubrió el mal de chagas.
Estudió los hongos y vivió de eso sus últimos años. Le permitió amasar una
pequeña fortuna, pues le vendía sus hongos a una de esas grandes compañías de
antibióticos. Su casa se llamaba así, Los Hongos.
-Murió a los 91 años.
-Él murió a los 91 años, y yo voy a morir a los 96 -dice,
con un cortante hilillo de voz, como si ensayara, allí mismo, una despedida que
no puede aguardar otra ocasión.
-¿Por qué dice eso, doctor?
-Bueno, porque tengo 96, y mi optimismo tiene límites. Tengo
un cáncer de próstata que se vino para acá (se toca la parte baja del abdomen).
Yo no sé, no creo que esto dure mucho.
El reportero se queda sin preguntas un instante infinito.
-Pero tú sabes lo que más lástima me da. Yo he estado dando
clases 72 años, en la universidad. Participé en la creación de la Ciudad
Universitaria y cuando regresé del exilio me reincorporé a la universidad que
yo había planificado con Carlos Raúl Villanueva.
-Es lo que más le duele -retomamos.
-Porque dejo a la universidad en un estado de gran pobreza,
con una serie de héroes, que son los profesores. La otra cosa que me preocupa
es que comunista no entrega el poder, no entrega gobierno. No se quieren dar
cuenta de ese hecho. Ni en la universidad ni fuera de ella se ha creado un
bloque suficiente como para lidiar contra ellos.
La dama que nos había abierto la puerta retorna y nos sirve
un café. Tejera París sostendría largo rato su taza, sin sorber, entre sus
dedos indecisos. Pero no acepta ayuda.
-Creo que el país va camino a sucumbir políticamente. Yo he
dicho que el principal problema no es económico sino administrativo ¡y ético!
Nosotros no podemos aspirar a que se hagan unas elecciones limpias, ni nada de
eso. Mire, profesores de tres universidades muy serias: la Simón Bolívar, la
Central y la Católica, vienen probando estadísticamente que en el censo
electoral hay metidos más de dos millones cuatrocientos mil votos electrónicos
falsos. Capriles tuvo votos para ganarle a Maduro las elecciones, pero le
faltaron bolas.
-Usted dice que comunista no entrega el poder. ¿Qué tipo de
comunista puede ser Nicolás Maduro?
-Maduro fue adoctrinado en el Partido Comunista cubano.
Además, él debe probar su nacionalidad.
Una vida complicada
-Usted es abogado, economista, diplomático, catedrático,
político, piloto. ¿Le falta un título?
-Quizá un título que falta ahí es el de autobiógrafo. Yo he
tratado de llevar a cuatro tomos, hasta ahora, mis recuerdos. He tenido una
vida larga y bastante complicada. Me tocó vivir tres golpes: El de octubre de
1945, que ganamos; el de 1948, que perdimos; el de 1958, que ganamos. Ya de
joven estuve preso. Después, en tiempos de López Contreras.
Estuve seis años exiliado, con Pérez Jiménez. Fue cuando
tuve la suerte de conocer a la que sería mi señora. Me enviaron a Brasil,
contratado por Naciones Unidas en una misión para crear la Escuela Superior de
Administración Pública. Después me mandaron a fundarla en Centroamérica. Luego
me nombraron jefe de misión de las Naciones Unidas para hacer un estudio de
planificación en toda la América.
Pero Rómulo Betancourt me dijo: te vas para Venezuela, y yo
no contesté que no, porque ahí se obedecía como un cadáver. Así eran las cosas
en la clandestinidad. Y cuando llegué al país me encontré con que habían puesto
preso a todo el CEN de Acción Democrática. Tuve que asumir la secretaría
general.
-Usted fue funcionario de cuatro presidentes. En el '58
estuvo en el gobierno provisional de Larrazábal. ¿Hay otro venezolano con ese
récord?
-Pero una cosa es gobernar y otra es administrar. Yo sólo
goberné cuando ejercí la gobernación de Sucre. Mi papá fue presidente del
estado Carabobo. Hay tantas cosas que yo hubiera querido hacer, pero he tenido
una vida muy feliz, con mi mujer, con mis hijos, con mis compañeros de partido.
Desgraciadamente Acción Democrática se ha desintegrado.
-Usted estuvo al lado de hombres notables. Medina Angarita,
Gallegos, Larrazábal, Betancourt, Leoni, Pérez.
-Carlos Andrés Pérez no tanto. Le guardo afecto, pero no fue
un buen Presidente. En su primer ejercicio robaron y robaron. Sólo se le
considera un buen Presidente si se lo compara con los que han venido después;
pero el solo hecho de que se haya robado en un gobierno de Acción Democrática
es una tragedia.
-Con CAP surge Chávez. ¿No le perdona eso?
-Bueno, es que estaba buscándose todo eso. La gente ya
estaba harta. En el partido estaban hartos de esas presidencias en que había
una corrupción inmanente. Épocas en que, como dijo Piñerúa, gobernaban las
barraganas. Aunque en la vida privada de esos presidentes hay una cosa muy
rara: murieron pobres. También en el gobierno de Luis Herrera el robo de sus
ministros fue terrible, pero él murió paupérrimo.
Yo no bailo en cambote
-Usted creó Cordiplan apenas cayó Pérez Jiménez. ¿Es esa su
principal obra?
-En Cordiplan logré un aparato de planificación y
coordinación que hoy es un desastre. Tú no puedes poner la planificación junto
a la hacienda. Nosotros quisimos evitar la experiencia rusa, con el Gosplan.
Pero tú sabes que a Cordiplan no la acabaron los comunistas, fue Gumersindo
Rodríguez. Se la llevaron de Miraflores a un edificio y eso eran negocios y más
negocios.
Yo te diría que donde trabajé y logré más cosas fue en la
gobernación de Sucre. Abrimos escuelas para formar 3.000 maestros, en el primer
año, y con esos maestros abrimos 3.000 aulas. Les dimos zapatos gratis a los
alumnos de todas las escuelas para evitar enfermedades que entran por los pies
y fueron muy combatidas por mi papá, y por Gabaldón.
-¿Es cierto que siendo gobernador puso preso a un hombre por
tener muchos hijos?
-Lo puse preso una hora, en un barco de la Universidad de
Oriente. Era un hombre que andaba por ahí ufanándose de haber regado 60 hijos.
-Usted fue presidente del Banco Industrial, senador,
canciller de CAP, embajador en Madrid y en Washington, embajador en la OEA, en
la ONU.
-Tú sabes que eso del Banco Industrial es uno de mis mayores
éxitos. Lo dejé saneado, sin deudas, con un capital multiplicado por ocho. No
hay nada más grato que ver a un banco que funciona como debe ser, porque
quebrarlo es tan fácil.
-A usted le faltó sólo un cargo: la Presidencia de la
República.
-Pues sí. Yo pudiera haber sido Presidente.
-Por esta casa desfilaron militares en el año 2002,
ofreciéndole llenar el vacío en caso de que se precipitara una renuncia de Hugo
Chávez.
-Aquí vinieron oficiales del Servicio de Inteligencia y me
preguntaron si estaría dispuesto a ser Presidente de la República. Les dije:
sí, eso es lo que yo he estudiado toda mi vida. Les dije: yo sé lo que hay que
hacer, sé cómo se hace, y estoy dispuesto a hacerlo. Me preguntaron si estaba
de acuerdo entonces con un golpe. Les dije que no, que aquí habían venido
colegas de ellos a consultarme y les había dicho lo mismo: que aspirar a ser
Presidente no es ser conspirador, puesto que va a haber elecciones. A los
cuatro días se metieron aquí 20 militares y 100 policías. Chávez me acusó y
pidieron 20 años de cárcel para mí.
-Usted elaboró un plan de transición y un proyecto de
Constitución, para un Consejo Federal de Gobierno.
-Sí. Y después de eso lo he ido mejorando.
-¿Siguió trabajando en ese plan?
-Sí, y se lo he dado a distintas personas. Esos planes para
tumbar gobierno no valen, sino la fuerza que tengan los que van a tumbar al
gobierno.
-¿Pedro Carmona se le atravesó en el camino? ¿El hombre en
abril de 2002 era usted?
-Ese 12 de abril me buscaron un capitán de navío y dos
coroneles, con la misión de llevarme a hablar con el comandante del Ejército,
el general Efraín Velásquez. Cuando llegamos a la comandancia allí había un
gentío. De una vez vi cosas que no me gustaban. Nos dijeron: Suban, porque
están reunidos allá arriba, con el doctor Brewer Carías, están fulano y zutano.
Unos tipejos. Y yo dije: Vámonos pa'l carajo, a mí no me gusta esta vaina. Yo
no bailo en cambote.
El cardenal Ignacio Velasco y Castillo Lara tenían un pleito
porque cada uno tenía su candidato. El del cardenal Velasco era Carmona, aunque
me lo negó en su lecho de muerte. De manera que nunca nadie dirá la verdad
completa.
-¿Está usted de acuerdo con Cabrujas, en el sentido de que
Venezuela es un país por hacer, un país aún en gestación?
-No, Venezuela es un país de gente capaz de grandes obras.
Lo que pasa es que ha caído en manos de una banda de gánsteres comunistas.
-Usted ha dicho que desde 1830 los venezolanos buscan algo
que no existe: Un Presidente que se deje aconsejar.
-Un Presidente que sepa pedir consejo es importantísimo. Es
una joya. Un Betancourt, un Leoni, un Caldera. Cuando tú le puedes dar una
opinión sincera, en una crisis grave, a un Presidente, ahí el país sí se puede
salvar. El propio Churchill llegó a exclamarle irritado a una colega del
parlamento inglés, que él siempre estaba dispuesto a aprender, pero detestaba
que trataran de enseñarlo.
-Usted dijo alguna vez que los venezolanos tenemos una gran
capacidad para la autodenigración. ¿Somos una sociedad que se autodestruye?
-Es que con frecuencia, ante cualquier hecho lamentable, se
escucha decir: Bueno, porque tú sabes cómo son las cosas en este país, estamos
en Venezuela. Y cuando el Metro de Caracas funcionaba a la perfección, la gente
decía: Qué maravilla, no parece que estemos en Venezuela. Esa es una tendencia
muy peligrosa. Es un gran defecto.
-Pero la democracia falló en algo. La gente ansiaba a un
hombre fuerte.
-En todas partes del mundo las democracias, que son
abiertas, libres, atraviesan por crisis, pero aquí nunca se estuvo mejor que en
democracia, aunque se la desprestigie. Acuérdate de una cosa: toda dictadura
gasta mucho real en propaganda.
-¿Qué piensa que han hecho con el hombre las nuevas
tecnologías?
-Es la única pregunta que no me atrevo a responder. Yo no sé
manejar ni los telefonitos automáticos. No te olvides que tengo 96 años. Soy un
ignorante en esas cosas.
-Una frase parecida la dijo Uslar Pietri.
-Ah, entonces estoy en buena compañía.
-Los tiempos se han vuelto más acelerados. ¿Se vive más
ahora que antes?
-Es una sensación de aceleración constante. Pero los recuerdos
quedan. Yo me acuerdo de la primera vez que visité Barquisimeto. Fui en 1936, a
oír un discurso de Betancourt, invitado por Raúl Nass, compañero de curso. Qué
ciudad tan agradable. Me recibieron los hermanos de La Salle, donde yo
estudiaba en Caracas. Ya yo era bachiller. Por cierto: los crepúsculos son tan
buenos aquí como allá.
-¿Qué añora del pasado?
-¡Nada!
-¿Espera algo del futuro?
-Que nos devuelva una paz suave, como la que teníamos.
-¿De qué vale la experiencia acumulada?
-Es una pregunta que yo me he hecho muchas veces. No la
puedo contestar.
-¿Es la vejez la edad de oro?
-No, en absoluto. No te la recomiendo.
-¿Es un castigo llegar lúcido a una edad avanzada, con
tantos recuerdos? ¿No alivia el olvido?
-No, chico. Lo mejor es tener la mente clara. Hasta el
último día.
-Norberto Bobbio, en De Senectute, escribió que la vejez es
un mundo en el que cuentan más los afectos que los conceptos.
-Sí, tiene razón. Para mí no hay nada más grande que haberme
casado con Pepita y vivir con ella. Es un ángel con el que yo estoy casado. Ha
resultado una mujer perfecta.
-¿Algo por hacer? ¿Qué agenda se tiene a los 96 años?
-Yo quisiera terminar el quinto tomo de mis memorias. Me
falta escribir toda la parte del Congreso. No sé si vale la pena. Pero yo creo
que todo lo que dejé escrito, ahí queda. Fíjate tú la importancia de esto que
hacemos hoy. Cuando me llamaron ustedes y mi hijo Carlos me dijo que venían, yo
dije: ¡Qué buena oportunidad! Porque es una última oportunidad de dar memoria,
y yo sé que va a salir muy bien. Con todo lo que hemos hablado puedes escribir
un libro. Muchos periódicos se han ido deteriorando moralmente, pero EL IMPULSO
se mantiene intacto. Yo tengo un agradecimiento muy especial por ustedes.
Siempre me han tratado bien. Es un periódico que hace su trabajo sin maldad.
-¿Cómo quisiera ser recordado, doctor?
-Yo creo que no voy a ser recordado por mis escritos, ni por
lo que he hecho. En el fondo, yo creo que no voy a ser recordado por nada”.
QEPD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario