sábado, 26 de abril de 2014

Traslados de Juan Pablo II en Venezuela 1985 y 1996

Es probable que alrededor del mundo los papamóvil construidos para recibir al Pontífice Juan Pablo II estén resguardados dignamente incluso si mecánicamente se encuentran inoperativos. La excepción es Venezuela donde el vehículo especial creado para la recepción papal de 1985, se halla lejos del alcance de la gente, en un sótano en Guanare, con los cauchos espichados y deteriorados los acabados externos.
Pieza automotriz de cierto valor histórico pues además simbolizada el esfuerzo venezolano por atender exigencias de la curia vaticana en cuanto a seguridad al Papa, acabó como tantos otros bienes del país: oculto para las mayorías, descuidado, despreciado, causante de molestias,… La propiedad no es gubernamental pues el auto fue donado a la Asamblea Episcopal Venezolana.
El Papamóvil estuvo tiempo en el Museo del Transporte de Caracas hasta cuando la CEV resolvió atender pedidos de obispos a quienes se les ocurrió emplearlo como transporte de veneradas imágenes religiosas llevadas por vía terrestre en peregrinación a ciudades, pueblos y regiones del país. 
Dentro del Museo ocupó un lugar dentro de la llamada Cochera. La visita entraba directo a verlo y santiguarse ante el que fue muy particular transporte papal. 
Llegó a decirse que Juan Pablo II manifestó el deseo de que nuestro papamóvil fuera llevado al Vaticano para darle uso en Roma como en otras visitas que programaba como parte de la promesa de acercarse "a todos y por doquier", ofrecimiento que lo llevó a los 129 países. 
“El único de los papamóviles fabricados en el país que el JP II visito, que posee placas del Vaticano y es también el único papamóvil que realmente gusto a JP II, tanto que se lo quiso llevar. No recuerdo el por qué no se lo llevo” – escribió Michel David Rodríguez en la página facebook: museodeltransportecaracas

Primera visita

El gobierno del presidente Jaime Lusinchi dispuso, de acuerdo con los organizadores de la visita del Santo Padre, que la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) estuviera a cargo del proyecto que lo desarrolló a partir de conceptos de seguridad adaptados al chasis de un Toyota Land Cruiser (Machito) modificado al cual se le instaló la cabina blindada contratada al firma especializada Blincar.
Con absoluto hermetismo, el Papamóvil venezolano fue construido bajo la directa supervisión del director de la DIM, general Wilfredo Guerrero Zerpa y otros cooperadores a quienes le confiaron cada aspecto incluyendo preparar al personal que conduciría y mantendría la mecánica de la unidad luego donada por el gobierno a la Asamblea Episcopal que durante algún tiempo la mantuvo en su sede en Montalbán.
AVENSA donó la confortable butaca de primera clase instalada en la cabina desde donde el Santo Padre saludó, comunicó visualmente y bendijo a millones de feligreses venezolanos.
El experto en temas de seguridad Ramón Rivero Blanco, escribió para la revista OCTOPUSint (1996), fundada y dirigida por Ramón Ignacio Velásquez, un reportaje el cual brinda a los lectores detalles de las consideraciones relativas a la seguridad dispensada al Santo Padre en Venezuela. Rivero trabajó en contra-inteligencia electrónica. El texto de su informe se publica anexo.

Papamóviles

Papamóvil es el nombre dado a los vehículos modificados adaptados para las apariciones públicas del Papa ante las multitudes.
La versión venezolana la crean en el país el año 1985 a partir de un Toyota Land Cruiser 4x4 pickup ensamblado en Cumaná sólo para atender la primera visita que nos hizo de Juan Pablo II. 
Un precedente fue el creado en Irlanda para movilizar al Su Santidad durante su primera visita a ese país en 1979.
La revisión histórica confirma que el precedente histórico de un automóvil especial para los papas data de 1930 cuando un Mercedes Nürbug 460 es construido específicamente para Pío XI como obsequio de Daimler Benz AG. Aquel Mercedes Nürbug fue equipado con un trono central e interior personalizado calificado por el Papa Pío de “obra maestra de la ingeniería moderna”.
Después de 30 años vino un Mercedes Benz 300D Landaulet (1960), los conocidos Mercedes Adenauer, por utilizarlos el prodigioso Canciller federal alemán Konrad Adenauer y representar otra era en la historia automotriz germana desarrollada en tiempos del gran arquitecto de la reconstrucción de la post guerra. Ese vehículo, al igual que otros durante 75 años, fue donado por Mercedes Benz, carro especial diseñado con un techo amplio blanco que cubría la zona posterior, desde su trono móvil. Fue el primer Papa que disfruto el aire acondicionado. En 1965 durante el papado de Pablo VI, este carro se sustituyó por una versión más nueva: un Mercedes 300 SEL.
A Juan Pablo II, le agradaba un Fiat Campagnola descapotable SUV para ser transportado dentro del Vaticano hasta que el 13 de mayo de 1981 ocurrió el atentado que lo hiere lo cual obliga a tomar medidas de seguridad.
Otro Mercedes, un modelo 230 G del año 1980, se adopta al comienzo de la era de los viajes e hizo necesario un vehículo que viajara con el Papa a cualquier parte. La cúpula del papamóvil en ese tiempo no era blindada; era de platico desmontable hasta que sobreviene el atentado que cambiaría muchas estrategias de seguridad a partir de 1981...
Mercedes Benz es el suplidor de la mayor parte de los autos de los pontífices vaticanos. El desarrollo de la clase G con cúpula fija y blindada, respondió a los deseos del Santo Padre tanto como a las demandas de los responsables de su seguridad. 
El último papamóvil de Juan Pablo II fue un Mercedes Clase M.
España le dispensó un Seat Panda modificado, fabricado exclusivamente para transportarlo en Barcelona. Este vehículo, según los entendidos “era totalmente inseguro, para nada confortable pues la zona donde va el pontífice estaba expuesta a cualquier atentado”. Para los diez días de viajes por España en momentos en que ETA realizaba atentados cada semana, el gobierno resolvió facilitar en lugar de aquella limusina Seat negra, un auto blanco que la empresa Tecnitrade se encargó del blindaje y acondicionamiento. Se trataba de un Range Rover.
Uno de los papamóviles más voluminosos de la historia es un camión Leyland inglés que pesó 24 toneladas, a simple vista una gigantesca pecera blindada dentro de la que el Santo Padre fue transportado en 1982 cuando visitó las islas de Gran Bretaña. 
Durante la visita a Francia, Juan Pablo II saludó a la multitud que estuvo en Lyon, desde un papamóvil Peugeot 504, adaptado, con escalones desplegables para acceder a la cúpula que se encuentra en la parte posterior. En la actualidad este vehículo lo exhiben en el museo de Peugeot en Sochaux.

Antes que “Papamóvil”

Un Lincoln Continental Lehmann-Peterson transportó al pontífice Pablo VI en New York en 1965. Estados Unidos puso a la orden una limusina Continental modificada con asiento elevado. techo recortado y baranda cromada, también empleada en los apoteósicos recibimientos a varios astronautas de la serie de vuelos espaciales Apollo.

Juan Pablo II: éxitos en Venezuela

De los 104 viajes del Papa Juan Pablo I, dos incluyeron a Venezuela en 1985 y 1996. 
La tarde del 26 de enero de 1985, el papa Juan Pablo II pisó por primera vez suelo venezolano. A su llegada en el avión McDonnell Douglas DC-10-30 fletado a Alitalia, fue recibido por el entonces presidente Jaime Lusinchi. Miles de personas se congregaron y acompañaron al Sumo Pontífice en la ruta Maiquetía-Caracas.
La agenda del Vicario de Cristo se inició con una visita oficial a Miraflores, seguida de una reunión con las autoridades eclesiásticas del país en la Nunciatura Apostólica. 
Decenas de miles de jóvenes hacían vigilia ante la ventana del papa, al que cantaban para despertarlo en las mañanas. En la mañana del 27 de enero, todo estaba listo para un memorable encuentro eucarístico en Montalbán. 
En la misa, Juan Pablo II condenó el divorcio, el aborto, la esterilización y la eutanasia, y defendió a la familia como centro de la sociedad. 

En nuestros mejores YV

Ese mismo día 26, el jefe de la Iglesia partió a bordo de uno de los seis DC-10-30 de VIASA, rumbo a Maracaibo, donde ofició una misa en Grano de Oro. 
En Mérida, la parada siguiente de Juan Pablo II, aterrizó como pasajero del Douglas DC-9-30 de Aeropostal. Superaron 300 mil feligreses la concurrencia la mañana del 28 de enero a la misa del Sumo Pontífice en el sector La Hechicera. "Puede decirse con razón que los Andes constituye la reserva espiritual de la Nación" - indicó en la homilía. 
Esa misma noche, su santidad estaba de vuelta a Caracas. En el Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria más de 40 mil jóvenes vibraron con su mensaje. 
En el encuentro, el Papa pidió a la juventud venezolana no cerrar los ojos a la realidad, no evadirse ante las dificultades, y buscar la verdad. 
El 29 de enero, el Vicario de Cristo ofreció una misa en Ciudad Guayana, a donde llega también en el mismo Douglas DC-9-30 ‘El Falconiano’, de Aeropostal. Centenares de miles de personas, en su mayoría obreros y campesinos del Oriente y sur de país acudieron a la eucaristía. La voz del niño Adrián Guacarán fascinó al Pontífice. 
En la homilía Juan Pablo II reivindicó la prioridad del trabajo frente al capital. 
Con una bendición a Venezuela y su gente culminaba su visita de cuatro días al país. 
Juan Gotopo y Roberto Leiro precisa que el DC-10-30 de Alitalia que trajo al Papa en 1985 portaba registro I-DYNC bautizado del ‘Luigi Pirandello’ en honor a un escritor Italiano. Por cosas del destino terminó sus días con Santa Bárbara Airlines portando el registro YV-1040C ‘Ciudad Puerto de la Cruz’.
El DC10-30 de Viasa utilizado por S.S. Juan Pablo II, fue el YV-138C capitaneado por Rogelio Cortez. Lo trasladó entre Maiquetía y Maracaibo - refiere Edgardo González quien recuerda al Aeropostal ‘El Falconiano’ DC9-32 como el YV-24C, acondicionado en 1985 para los traslados entre Maracaibo-Mérida-Maiquetía/Maiquetía-Ciudad Guayana-Maiquetía.

Boeing 727 YV 129C 

En 1996 le correspondió al VIASA Boeing 727-256 (ex Aerolíneas Argentinas) siglas YV-129C. En su segunda visita a Venezuela, el papa Juan Pablo II arribó a Caracas el 9 de febrero de 1996, procedente de Guatemala en un Airbus 320 de la aerolínea centroamericana LACSA – como asegura Edgardo González haberlo visto. Al concluir la jira, voló a Roma en Alitalia.
Un helicóptero Bell 214ST de la Fuerza Aérea Venezolana sirvió para traslados papales. La Presidencia de la República puso a la orden de Juan Pablo II el Cadillac limusina descapotable 1976 que aún se emplean los presidentes desde el segundo gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez para tomar parte en actos masivos como los realizados en Los Próceres y Campo de Carabobo.
Los feligreses alegres inundaron las calles de la ciudad y acompañaron al Vicario de Cristo en su recorrido hasta Caracas. 
En la mañana del 10 de febrero, Juan Pablo II partió a Guanare, donde miles de personas le dieron una fervorosa bienvenida. 
El Sumo Pontífice fue a Guanare donde inauguraría el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, y ofició la Santa Misa en su honor. Frente a más de 3.500 feligreses, el Obispo de Roma expresó que la apertura del templo era "una invitación a revitalizar la fe a amar a la Iglesia y a la humanidad con el mismo amor de Cristo". 
El domingo 11 de febrero, el Papa ofició la misa en el Aeropuerto de La Carlota. Miles de personas habían acampado el día anterior en espera de su Santidad. En la homilía Juan Pablo II exhortó a los venezolanos a derribar "todos los ídolos para superar la crisis y hacer un corazón más humano". 
Posteriormente, sostuvo un encuentro con la juventud en la avenida Los Próceres. 200.000 muchachos congregados a la espera del Santo Padre. Dentro de este ambiente festivo, el Romano Pontífice instó a los jóvenes a ser unos "profetas de la vida". 
Luego de esta jornada se dirigió a Maiquetía. El Santo Padre retornaba a Roma, después de tres días de jornada en nuestro país. 
El periodista y creativo Benjamin Brandwijk Nodelijk, por entonces director creativo de Target Publicidad, tuvo a cargo el diseño de la campaña promocional nacional de la segunda visita de Juan Pablo II. Del listado de frases sugerentes llevadas a la mesa de discusiones para que el equipo de talentos de la agencia resolviese, escogieron una que no sólo pasó a ser el lema de la campaña sino que fue rubricada con la firma del Pontífice. En boca del Papa, pusieron lo que Benjamín escribió entre varias ideas de su propia cosecha: ¡Despierta y reacciona. Es el momento!

Agradecimientos: Indira Chollet de Mejías, Mary Heras, Ismael Rubio, Ramón Rivero Blanco, Robert González, Alejandro Cabrera Pérez, Jorge Bello, Fabián Capecchi, Derbys López Suárez, Andrés Vargas, Benjamin Brandwijk Nodelijk, José Teriús, Alejandro Antonio Brito, Rodolfo Hernández, Roberto Leiro, Alí Méndez, Edgardo González, Omar Trujillo, Franklin F. Fernández Hernández, Michel David Rodríguez, Corbis, y Centro de Documentación de la FMT.

Su Santidad aparece por la puerta de ‘El Falconiano’. Indira Chollet de Mejías ofreció esta fotográfia con la leyenda siguiente:  “El capitán Arsenio Roldán López, que trajo al Papa Juan Pablo II a Puerto Ordaz, en un vuelo de la Línea Aeropostal Venezolana, en la primera visita a Venezuela; es mi padre”.
El Papamóvil venezolano de 1985 en el Museo del Transporte al lado de blindado 1959 del Servicio Panamericano de Protección. En ese momento había cuatro vehículos blindados en exhibición

El Toyota Papamóvil venezolano.

Otra vista del transporte papal en alguna parte de Venezuela.

En Guanare, durante la segunda visita, Juan Pablo II utiliza la limusina Cadillac presidencial descapotable al pasar frente al templo votivo dedicado a la patrona Nuestra Señora de la Coromoto el cual inauguró Su Santidad.

Portada  de la revista OCTOPUSint del año 1996.

Texto tomado de la revista OCTOPUSint del año 1996.
Texto tomado de la revista OCTOPUSint del año 1996.
Publicación informativa de la Fundación Museo del Transporte distribuida entre las visitas al Museo en 1986

Publicación informativa de la Fundación Museo del Transporte distribuida entre las visitas al Museo en 1986

Carnet emitido por los organizadores de la visita papal al personal de confianza. Col. Ramón Rivero Blanco.

El capitán de Rogelio Cortez, comandante del vuelo, recibe a Su Santidad en el avión DC-10 de VIASA que llevó a Maracaibo al Pontífice. Col.

Juan Pablo utiliza en su segunda visita a Venezuela uno de los helicópteros Bell 214ST que entonces operaba la Fuerza Aérea Venezolana. Bell 214ST (Super Transporter) es la versión bimotor y con fuselaje alargado del Bell 214, que a su vez es un derivado muy modificado del Bell UH-1 Huey.

En VIASA con  con Gustavo Toro, Renee Borjas y ¿?. Col.

Con el capitán Carlos Rodriguez de Viasa. Col.


Ficha técnica elaborada por la FMT.

Douglas DC10-30, uno de los gemelos del YV138C utilizado en el vuelo entre Maiquetía y Maracaibo


En Guanare, el Santo Padre descienden en su segunda visita al país, del Boeing 727 de Viasa decorado entonces con los colores impuestos por Iberia, propietaria de la aerolínea venezolana. Colección particular.

Ningún pasajero que aborda un avión comercial debe hacerlo sin boleto emitido por el transportista. Así sea Papa. Colección particular.
El Papamóvil en Caracas el año 2011, traslada al Nazareno

viernes, 25 de abril de 2014

Sobre Nuestra Próxima Conferencia.

El 8 de junio vamos a organizar en el Museo del Transporte un evento exposición sobre los 70 años del Desembarco en Normandía subrayando como debe ser, los efectos de la II Guerra Mundial y la participación de Venezuela en el Día D.
El origen del evento nace en que el DC-3 que posee el Museo soltó paracaidistas en esta invasión histórica y existe una entrevista al piloto norteamericano que voló ese avión durante la invasión. Las investigaciones del venezolano Michel Alonso condujeron a localizar en Estados Unidos del piloto que volaba en junio de 1944 el entonces transporte militar, después de 1946 transporte presidencial venezolano y avión de búsqueda y salvamento.
Otra excusa es que mucho del combustible usado en esta invasión provino de petróleo venezolano.
Si alguien desea facilitar por el día objetos, vehículos y uniformes serán bienvenidos. Si alguien quiere ir uniformado será gratamente bienvenido. Probablemente tendremos la presencia de veteranos alemanes, pero aún buscamos algún estadounidense, canadiense o británico que asista y nos cuente algo de sus experiencias.
El evento lo coordina Benjamin Brandwijk Nodelijk (0412-6383859) y las colaboraciones de cualquier tipo son ¡bienvenidas!
Simultáneamente, sin relación directa con esta iniciativa focalizada en el hangar del Museo alrededor del veterano Douglas DC-3, en los espacios gestionados por la Fundación Fonbienes, modelistas afiliados a IMPS expondrán sus piezas.

Maqueta Monogram escala 1/48 realizada por Gioni Emanuele Di Alessandro Papa. Col FMT.

Tito Salas y vapores franceses

El año de la muerte de Simón Bolívar en Santa Marta, Colombia, un italiano más de los del Norte, resuelve venir a América. Giuseppe Corti, canoso estaba cuando emprende la búsqueda de horizontes tal vez más remunerativos. Se embarca en alguno de las naves precarias que desafiantes cruzan el Atlántico lo cual le fue posible sólo cambiando previamente de nombre. Aborda el velero documentado como Joseph Paredi. Durante la escala en Tenerife, sube una muchacha que también viene para La Guaira. Es María de la Merced Rodríguez, con quienes luego de flirteos se comprometen con miras a formar familia. La emoción del noviazgo la lleva a plantearle a Giuseppe que cambie de nombre. Acoge la sugerencia de apellidarse Salas. Formalizada la unión, habrán de nacer sucesivamente José Antonio, Juan Francisco, José María, Jesús, Cecilia, Elías, Eduardo y Eliseo Salas Rodríguez, todos caraqueños El mayor de los varones contraerá nupcias con Dolores Díaz, quien dará a luz en 1887 al varón bautizado en la iglesia de Antímano, al Sur Oeste de Caracas, como Británico Antonio Salas Díaz.

Su padre José Antonio, con buen dominio del arte de la fotografía, y Martín Tovar y Tovar, pintor respetado por los estudios en Francia y obras aplaudidas, establecieron en el centro de la capital un estudio donde fundían las notables destrezas de ambos artistas. La relación entre ambas familias permite que Tovar y Tovar descubra el talento artístico de Británico Antonio quien, como el abuelo italiano, opta por cambiarse el nombre, aunque por razones distintas. Adopta por hacerse llamar Tito.

Así comienza a concursar en los certámenes promovidos por el gobierno que auspicia las artes plásticas. Era casi niño cuando la admiración de los jurados recomienda el premio ofrecido por el presidente Cipriano Castro: beca de 300 bolívares para viajar a París en plan de estudios. No cristalizó la primera vez pero ninguna intriga fue capaz de impedir que Tito salga de Venezuela a impregnarse de cultura en Europa y ligarse a los grandes maestros que guiarán el complemento siempre posible de las habilidades del intelecto. Así emprende el primero de muchos viajes.

El 24 de abril de 1905 - hace 109 años - llegó a París. Casi acababa de desembarcar en Saint Nazaire, desde donde regularmente parten o atracan a la vuelta del Caribe, los vapores Guadeloupe (el mismo en que se fue a curar para no poder regresar a su tierra el presidente Cipriano Castro), el Venezuela y el Perou, los tres trastlánticos de gran clase o elevada categoría, de entre 8.500 y 8.933 toneladas, de 14 millas de andar, provistos de instalaciones de telegrafía inalámbrica con cobertura de 2.000 millas de distancia, cabinas de lujo, de familia primera clase de 1ª categoría, de segunda y tercera categorías, equipadas con todo el confort moderno, comedor espacioso con ventiladores eléctricos, mesitas de dos hasta diez puestos, cocina francesa excelente, vino tinto y blanco al gusto, salón de conversación, biblioteca, escritorios, baños fríos o calientes de agua dulce y agua salada, fumoir y bar, gabinetes de toilettes estilo moderno, iluminación eléctrica de todas las localidades del buque.

Estaban programados para zarpar de La Guaira cada 28 días. Es el mismo medio en el cual Tito retorna en 1911 trayendo consigo varias pinturas de gran formato pero sobre todo, una obra que causa sensación pues irá a completar en el Salón Oeste, la majestuosa ornamentación del Capitolio Federal realizada por Tovar Tovar, autor del plafón instalado en el Salón Elíptico.

El tríptico pintado por Tito Salas destaca – dijo la crítica recogida por Rafael Pineda en libro biográfico crítico descriptivo de la totalidad de la obra artística de Salas - al Libertador Simón Bolívar en tres momentos de su vida durante los cuales, la calamidad la convierte en acción, ejecuta en medio de la contingencia, señala la vida agitada de Bolívar, su valentía y grandiosidad poco comunes…

Sólo los anticipos noticiosos acerca del arribo de ese tríptico galardonado parte del equipaje embarcado en alguno del trío de grandes vapores de la Compagnie Generale Trasatlantique que anclará en La Guaira en la primera mitad de 1911, determinan que a la estación ferroviaria de Caracas concurran tres mil personas emocionadas por la llegada del joven con apenas 23 años edad, imperecedero hasta nuestros días pues don de gente y obra tan admirada hacen de él personaje fundamental e inagotable en la plástica nacional.

Caracas 1905. Toma desde torre la Catedral. Esa ciudad sólo conocía el Cadillac 1904 importado de Estados Unidos por el doctor Isaac Capriles. Fue el primer automóvil que circuló por las calles de Caracas y Venezuela. Col. VFA.
La Guaira en 1905 con barcos de la flota de Estados Unidos en el puerto.
Guadeloupe, trasatlántico de la CGT
El nuevo vapor Le Havre fondeado en Saint Nazaire en 1905
Paris 1905. Al fondo Notredame. Circulación a orillas del Sena
Paris 1905. Circulación cerca de La Madelaine.
Paris 1905. Las sorpresas que aguardaban a Tito Salas.

Parte principal del avión concebido y tripulado en París en 1905 por un brasileño. Se trata del modelo  Santos-Dumont N o 14 Biis. Aquí se le ve durante el traslado al campo de pruebas. Santos-Dumont está a la derecha que lleva un sombrero de “derby”

Paris1905. Salón del automóvil. Una marca inglesa expone sus vehículos a motor.

París 1905. Avenida de la Grande-Armadae recorrida por el tranvía.
 
Tito Salas Revista Elite 1925

Tito Salas entre los añ¦os veinte y treinta dedicado al tema Bolívar


jueves, 24 de abril de 2014

Esperando el milagro de José Gregorio Hernández


N.R. El fallecimiento del Santo de los Venezolanos, José Gregorio Hernández, se debió a un accidente en el que estuvieron involucrados un tranvía eléctrico y un automotor. En 1919, el doctor Hernández salía de su casa para ir a efectuar un servicio humanitario como médico de los pobres que era, cuando al intentar cruzar la calle a la altura de la esquina de Urapal, en La Pastora, él avanza sin cuidado por delante del colectivo estacionado – algo que nunca debemos hacer -, lo sorprende por la izquierda, sin que el conductor logre frenar a tiempo, un sedán Hudson Exxex del año 1917, otro de tantos carros a motor que ya circulaban en la capital. José Gregorio cae de espaldas y se golpea la cabeza contra el filo de la acera. Había poco que hacer cuando pocos minutos más tarde, fue ingresado al hospital Vargas, en donde comprueban la cesación de los signos vitales. A partir del multitudinario sepelio debido al prestigio profesional que lo avalaba más la obra caritativa que realizaba en función de los menos favorecidos, el llamado Siervo de Dios se enquista en el alma del pueblo venezolano el cual lo tiene como Santo de hecho pues el proceso conducente a la beatificación, lo retrasa –aseguran los entendidos, falta de pruebas ante casos milagrosos no sustanciados a favor de los cuales pareciera haber ausencia de enérgica voluntad e influencias. En otros lugares del mundo, casos como el de nuestro José Gregorio Hernández resultaron más que suficientes para llevar a otros seres a los altares con bastante menos condicionamientos de parte de las autoridades eclesiales a las que corresponde resolver caso por caso. Tomamos de la revista dominical Estampas, prestigioso encarte semanal del diario El Universal durante 60 años, el texto que sigue - para aprender y contribuir a la causa - cuyo contenido bien realizado sitúa en el estado actual del caso José Gregorio Hernández en el seno de la Iglesia venezolana y romana. Lamentablemente estamos ante el caso de una vida piadosa, un hombre superado, estudioso, buen médico, vida al servicio de Dios y del pueblo, truncada por accidente vial determinado por acto imprudente, como suele ocurrir de tristes consecuencias. 
Este es un sedán cuatro puertas Hudson Exxex 1917 tal y como se presentaba en el catálogo del fabricante estadounidense Hudson uno de cuyos modelos era el Exxex. Un carrazo para cinco pasajeros en aquella segunda década del siglo XX. ¿Cuántos había en Caracas? En la ciudad circulaban no menos de 500 automóviles. En 1911 comenzó la importación masiva de automotores con la traída a partir del mes de agosto de los primeros modelos T de Ford, conquistadores de todos los caminos y punto de  partida de lo que el peridista e historiador del automóvil, el baseball y los deportes en Venezuela, llama “metástasis del automóvil”. Reproducción de Autolit.


En las siguientes lineas dejamos un reportaje tomado de la revista dominical Estampas, de El Universal. Domingo 20 de abril 2014 sobre el Dr. Jose Gregorio Hernandez


Esperando el milagro de José Gregorio Hernández

El 26 de octubre se cumplen 150 años del nacimiento del médico trujillano al que veneran millones de venezolanos. La iglesia católica trabaja intensamente por lograr su beatificación y pide a los fieles documentar ante las parroquias los favores recibidos de parte del llamado "siervo de Dios".

por EFRAÍN CASTILLO | imagen: DAVID MARIS |





En el rostro de Carmen Rodríguez se dibujan, profundas, las líneas de expresión de sus 56 años. Ha esperado durante al menos una hora al sol en la plaza Candelaria en Caracas a que abran la puerta de la iglesia. El sudor corre a chorros por su cara, pero no le molesta el calor ni que la edificación eclesiástica esté entre andamios y polvo por su remodelación. Para esta ama de casa caraqueña lo importante es acercarse, como todos los lunes, a la capilla ubicada en el interior del templo y honrar con una oración a José Gregorio Hernández, cuyos restos reposan allí desde hace 38 años.
En las manos lleva un pequeño ramo de flores y en la mirada y las palabras se siente el agradecimiento por lo que considera son los dos grandes milagros que le ha concedido el médico de Isnotú, nacido en 1864 y fallecido en 1919 en una calle de La Pastora, en Caracas.
"Yo soy devota de él desde hace mucho tiempo. Le rezo todos los días y hasta le tengo un altar en la casa. Hace 24 años salvó a mi hijo. Por una enfermedad casi no veía y lo tenían que operar porque estaba a punto de perder un ojo. Yo le recé tanto que mi niño me contó que vio al doctor José Gregorio junto a los otros médicos en el quirófano. Cuando salió, mi hijo había recuperado la visión. Hace dos meses también me ayudó a mí. Me había dado un principio de ACV, no podía mover los brazos ni las piernas y yo me encomendé a él. Después de unos días, aquí me ve de pie, recuperada, él me sacó de esa situación", dice mientras se persigna frente al óleo de Hernández que se observa al fondo del nicho y que lo muestra con mirada serena, bata blanca y estetoscopio al cuello.
En Venezuela son millones de personas las que, desde hace casi un siglo, confían particularmente su salud o la de sus familiares a José Gregorio Hernández. En un país en el que 92% de los habitantes son católicos, prácticamente no hay persona que no lo lleve en una medalla o una estampita o que no lo invoque para aliviar alguna dolencia física, por pequeña o grande que sea.
Conocido como "el médico de los pobres" o más familiarmente como Goyito, varios hospitales y clínicas del país llevan su nombre o tienen en sus instalaciones una estatuilla suya; la casa donde nació, en el estado Trujillo, es visitada por miles de fieles que peregrinan de todas partes de la geografía para pedirle la sanación o "pagar promesa" por ella, y en las paredes del lugar hay cientos de placas honrando los favores concedidos, que van desde un embarazo sano a la superación del cáncer.
Pero aunque miles dan fe de su gracia y el fervor popular lo ubica en los altares de los santos, técnicamente para la Iglesia Católica todavía José Gregorio Hernández no puede considerarse como tal. De hecho, la santificación es el último rango de una serie de cuatro títulos, de los que Hernández ya ha alcanzado dos.

A propósito del aniversario 150 del natalicio del médico, la Conferencia Episcopal Venezolana está haciendo esfuerzos especiales para conseguir que Hernández suba un escalafón más en su camino hacia la canonización. Se constituyó una comisión multidisciplinaria que incluye no solo a sacerdotes sino también a académicos, médicos e historiadores para difundir la vida y obra del trujillano y, sobre todo, para promover su proclamación como "Beato", penúltimo pasó antes de ser denominado "Santo".
"El primer objetivo es dar a conocer la vida ciudadana ejemplar y la vida santa de este ilustre venezolano -comenta Monseñor Fernando Castro, obispo auxiliar de Caracas y vice postulador de la causa de beatificación de José Gregorio Hernández. En segundo lugar, queremos recopilar el mayor número posible de testimonios que muestren la acción de Dios a través de José Gregorio Hernández, para estudiarlos y documentar los presuntos milagros que puedan ser elevados a la Congregación para la causa de los santos en la Santa Sede, como prueba para considerar la beatificación; y, en tercer lugar, queremos crear el clima de oración para que Dios conceda la gracia de la glorificación de Hernández. Recordemos que el milagro es la manifestación del dedo de Dios en la vida de alguien. Es algo que no puede explicarse y que se dará cuando el Señor lo quiera. Por eso debemos orar en familia, en comunidad, demostrando nuestra fe y pidiendo con humildad".
La causa de glorificación de José Gregorio Hernández ante el Vaticano fue iniciada en 1949 por el entonces Arzobispo de Caracas. Luego de ser declarado "Siervo de Dios", el Papa Juan Pablo II le otorgó en 1986 el estatus de "Venerable". "Esto es un avance importante -apunta Castro- porque ese decreto es una afirmación solemne de la Iglesia de que José Gregorio Hernández vivió heroicamente las virtudes teologales y cristianas; es decir, la fe, la esperanza, la caridad, la generosidad y la ciudadanía de una manera ejemplar".
Pero ¿por qué ha tardado tanto en llegar la calificación como beato? Según aclara monseñor Castro, las autoridades eclesiásticas deben certificar fehacientemente un milagro médico concedido por Hernández, algo que no ha sido posible. "En 1987 y en 2009 sometimos a consideración de la Santa Sede dos presuntos milagros. Sin embargo, en su momento y después de rigurosas evaluaciones, las comisiones médicas del Vaticano los rechazaron por considerar que las curaciones, por otra parte sorprendentes, podían haberse dado por causas naturales o como consecuencia del tratamiento médico que se aplicó".
El obispo auxiliar de Caracas descarta que la beatificación haya sido obstaculizada por el uso que se le da a la imagen de Hernández en cultos no católicos como la santería o en ritos de magia negra. "No creo que eso haya incidido. No está en nuestras manos controlar lo que se haga con su figura más allá de lo que promovemos, pero la Iglesia católica sigue difundiendo su ejemplo de vida santa como valor para todos los seres humanos. Cuando se propone la canonización de una persona es porque creemos en la santidad de la vida. Proclamar la bondad y entrega cristiana de José Gregorio Hernández es la mejor forma de trabajar por esta causa. Además, al final, milagro tumba brujería".



Se buscan testimonios
"Mi abuela fue curada del cáncer de útero gracias a él"; "mi mamá tenía una bronconeumonía y luego de rezarle sus pulmones quedaron limpios"; "yo no podía tener hijos y él me bendijo con un niño sano". Estos son relatos que se escuchan entre los fieles que acuden a la Iglesia de Candelaria en Caracas a rezarle a José Gregorio Hernández. Sin embargo, muchas de estas historias no han pasado de ser una anécdota íntima.
"Lo que no se escribe, no se sabe", alerta monseñor Fernando Castro. Por eso insiste en que en este momento es primordial que los fieles vayan más allá de los comentarios entre allegados y dejen registro en papel de los favores que, dicen, les han sido concedidos.
"Miles de personas sienten que Dios ha intervenido en sus vidas a través del doctor José Gregorio. Sin embargo, no mucha gente ha dejado por escrito el testimonio de ese favor y eso es un gran error. Hay que escribirlo, hay que entregarlo al párroco de la iglesia más cercana o hacerlo llegar a la vice postulación. Hay que dejar constancia de lo que ha pasado, porque de allí es de donde puede salir la confirmación del milagro que estamos esperando. De esos testimonios que se dejen por escrito, un porcentaje deberá ser evaluado, documentado, conocer si hubo tratamiento médico, de manera de confirmar si opera o no el concepto de milagro y elevarlo a los miembros".
Durante 2013, la oficina que maneja la causa de beatificación en Caracas recibió 234 testimonios llegados de todo el país e incluso de otras naciones como Tailandia, Filipinas, Colombia o Alemania, donde también veneran a Hernández.
"Esto es un récord. Este fenómeno de piedad popular es un asunto de Dios, una demostración de que él obra a través de José Gregorio para promover la fe en Jesucristo, la vida santa, la piedad, la caridad cristiana y el amor al prójimo. Por eso somos optimistas. Nosotros estamos trabajando con intensidad cada día evaluando cada caso como si este proceso fuera a acabar este año. Pero sabemos claramente que eso no está en manos de uno".

Ocurra o no ocurra la beatificación, monseñor Fernando Castro cree tan o más importante lograr que los venezolanos emulen el ejemplo de vida y valores que dejó este médico. "José Gregorio Hernández fue un servidor de la patria, un emblema de rectitud, caridad y ciudadanía de los hombres y mujeres de a pie. Un hombre de estudio y trabajo, de honestidad, de servicio, de alegría. Este mensaje es valiosísimo, porque contrasta con el estilo pragmático, ideológico y utilitario que impera en la vida de mucha gente".
Como fiel devota, Carmen Rodríguez confía en que las autoridades eclesiásticas confirmen lo que para ella es una verdad tan grande como la fe con la que reza. "Digan lo que digan, para mí ya él es un santo. Cuando uno está ante su tumba no provoca irse. Uno encuentra tanta paz, tanto sosiego, que sólo puede dar gracias y seguir orando. Yo sé que Dios lo tiene cerquita de él para que siga haciendo milagros".
*Si usted desea presentar testimonio sobre un milagro realizado por José Gregorio Hernández, puede escribir una carta detallando su caso al email: causajosegregoriohernandez@gmail.com
*Las imágenes y estatuillas de José Gregorio Hernández fotografiadas para este trabajo son del artista Numba Miranda y pertenecen a la colección personal de Víctor Hugo Irazábal.

efcastillo@eluniversal.com




GABO, REVOLUCIÓN EN VENEZUELA, RELATO DE UN NÁUFRAGO Y PERIODISMO

A lo largo del diálogo que sostuvo con el náufrago, el reportero aclaró que no había existido tormenta alguna, que los ocho hombres cayeron al mar porque la nave de guerra llevaba carga de contrabando que, a causa de un bandazo motivado por el viento en mar gruesa, se soltó arrastrando a los marineros. El relato de aventuras se convirtió inmediatamente en denuncia política. Se levantó en el país un gran alboroto que le costó la gloria y la carrera al náufrago y el exilio del reportero.
Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre, fue otro de los excelentes reportajes llevados al libro (1970) luego de publicado por entregas en El Espectador de Bogotá en 1955.

Forma parte de la obra del periodista que compartió tiempo y labores con los venezolanos. Provisto de innato y muy excepcional talento para hacer de la noticia una historia completa atractiva a todos, García Márquez se radicó en Caracas en 1957. Alternará con los periodistas venezolanos a quienes les tocó -como a él- vivir los días finales de la dictadura perezjimenista. Los registra en la serie de crónicas en las que jamás se le extravía el detalle del proceso hacia el advenimiento de la era democrática, en 1958. Además de los escritos para las revistas Bohemia y Momento dirigida por Carlos Ramírez McGregor, complementará la tarea que se propuso su conterráneo José Umaña Bernal, de paso por Venezuela, quien logra publicar en las prensas de la Tipografía Vargas en manos del editor Juan de Gurruceaga, Testimonio de la Revolución Venezolana, compendio en 276 páginas de aquel episodio político fundamental del siglo XX venezolano.
El prestigioso periodista y analista político falconiano Manuel Felipe Sierra, apunta en nota referida a la presencia de García Márquez en Caracas: “Desde la redacción de la revista Momento, Gabo escribió reportajes que disolvían los linderos entre el relato y la crónica periodística. Reacio a la entrevista cuestionario, incorporó las repuestas de los entrevistados en el clima de amenos textos literarios. En Cuando era feliz e indocumentado, un libro publicado al ganar el Premio “Rómulo Gallegos” en 1972, se encuentran los materiales de su experiencia caraqueña.
En Caracas también en una Semana Santa, escribió el que considera su mejor cuento, “La siesta del martes”, que pasó por debajo de la mesa en el concurso de cuentos de “El Nacional”; y fue en la madrugada del 23 de enero de 1958, en un Palacio de Miraflores cruzado por las interrogantes y un clima de suspenso cinematográfico, cuando sintió la necesidad de echarle mano a la novela del dictador. Ese día comenzó a escribir “El otoño del patriarca”, la novela que según confiesa es su creación técnicamente más acabada.
Plinio Apuleyo Mendoza, su amigo bogotano y quien lo convenció en París para venir a Caracas y hacerse reportero, escribió el libro “Aquellos tiempos con el Gabo”. En él cuenta la aventura garciamarquiana en la prensa venezolana; los agitados días de la transición hacia la democracia en 1958; los proyectos literarios que se deslizaban sobre la mesa de “El Rincón de Baviera” de San Bernardino; el aperitivo en el “Gran Café” de Sabana Grande y el día, que tras un breve viaje a Cartagena, regresó con Mercedes Bacha, quien según Martin más allá de la relación matrimonial, ha sido una luz en su carrera”.

De vuelta al Relato de un Náufrago, con impecable técnica literaria y profesional estilo noticioso, García Márquez relata un suceso acaecido a un marinero de la armada colombiana llamado Luis Alejandro Velasco. La historia, reconstruida minuciosamente por el escritor sudamericano en primera persona a partir del testimonio del protagonista, fue tácticamente atribuida a éste en la prensa y sólo legitimada tras el formidable éxito de Cien años de soledad.
El 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación del destructor Caldas cayeron al agua a causa del contrabando que sobrecargaba el buque frente a los bandazos del viento en mar gruesa. Aunque el gobierno del dictador colombiano Rojas Pinilla atribuyó el naufragio a una tormenta en el Caribe, lo cierto es que no hubo tal tormenta y que la negligencia fue la única responsable de la catástrofe. La denuncia supuso la clausura del periódico, la caída en desgracia del marino y el exilio de Gabriel García Márquez en París, donde anuda la amistad con otro gran periodista colombiano que deja estela también en nuestro país: Plinio Apuleyo Mendoza.
El destructor Caldas y su tripulación habían pasado ocho meses en el puerto de Mobile, Alabama, a raíz de las reparaciones que se efectuaban en el buque. Como presume el tópico, el marinero Velasco repartía su ocio entre su nueva novia, Mary Address, y diversos métodos para matar el tiempo con sus compañeros, como las broncas a puñetazos o las salidas al cine. Viendo la película El motín del Caine, los marineros colombianos experimentaron cierta inquietud ante las escenas de una tempestad. Como si de una premonición novelesca se tratara, Velasco albergaba recelos sobre el inminente regreso del destructor a su base en Cartagena.
Lo cierto es que, a unas doscientas millas del puerto, la sobrecarga situada en la cubierta del buque se desprendió a causa del viento y del oleaje y se llevó al agua a ocho marineros. La desgracia quiso que Velasco fuera el único que alcanzara a nado una de las balsas arrojadas por el destructor. Impotente, nada pudo hacer por sus compañeros, que se ahogaron a pocos metros de donde él estaba.
Mientras el buque de guerra proseguía su rumbo sin detenerse (llegó a su base con puntualidad), el náufrago esperó inútilmente que le rescataran con rapidez. En una balsa a la deriva, desprovista de víveres, en compañía de su reloj y tres remos, resistió durante diez días la sed, el hambre, los peligros del mar, el sol abrasador, la desesperación de la soledad, la locura, únicamente con su instinto de supervivencia. Aunque los aviones colombianos y norteamericanos de la Zona del Canal pasaron muy cerca de él, no llegaron a localizarle.
Tras comprender que nadie podría ayudarle, y aun cuando deseó la muerte para dejar de sufrir, sobrevivió contra todo pronóstico a las condiciones adversas. Aunque cazó una gaviota no pudo llegar a comérsela, y los tiburones le arrebataron un pez verde de medio metro que llegó a atrapar y del que sólo probó dos bocados. Tampoco consiguió despedazar sus botas ni su cinturón para aplacar el hambre, ni la lluvia hizo acto de presencia para permitirle beber. Se entretuvo en comprobar, en su reloj, cómo el tiempo transcurría inexorable, y por las noches, en una especie de delirio formado por el recuerdo y el pánico a la soledad, conversaba con el espíritu de su compañero, el marinero Jaime Manjarrés.
El naufragio de Velasco constituyó una estremecedora experiencia de la soledad, tema predilecto en la literatura de Gabriel García Márquez. No es que el náufrago ocupara las largas horas de su infortunio en la reflexión, dada la urgencia de su situación y el delirio al que lo sometió. Sin embargo, sí fueron horas dedicadas a la experiencia de sí mismo, a la vivencia de la realidad a partir de los instintos más primitivos y de los sentimientos más humanos.
Tras sobrevivir a una tempestad durante el séptimo día de deriva, Velasco afirma: "Después de la tormenta el mar amanece azul, como en los cuadros". Con el registro eficaz del periodismo, reconstruyendo la odisea del marinero, Gabriel García Márquez se esfuerza precisamente en hacer verosímil una realidad que de tan asombrosa y terrible pudiera parecer imaginaria. Los esfuerzos del escritor colombiano por devolver al mundo de la ficción lo que a priori es poco verosímil fundamentan su estilo.
Si increíble resulta la aventura del náufrago, también lo es su final. Cuando Velasco vio tierra, aún tuvo que alcanzar la playa a nado para no estrellarse contra unos acantilados; tuvo que luchar contra las olas que le devolvían al mar, tuvo que contar su historia a campesinos desconfiados que no conocían la noticia del naufragio, y durante dos días, soportó que le trasladaran en una hamaca como una atracción de feria por territorios agrestes, hasta que por fin le vio un médico y le permitió comer normalmente. Condecorado por el presidente de la República, hizo bastante dinero con la publicidad, se arruinó y acabó trabajando como oficinista en una empresa de autobuses.

Valga el momento para recordar lo que alguna vez expresara este gigante de la literatura mundial que nos honró con su presencia y obra premiada con nuestro Rómulo Gallegos: “El periodismo es el mejor oficio del mundo. Permeó toda su obra a la cual, sin lugar a dudas, contribuyó calzándola y convierte en universal. Y, de aquí en adelante, única y eterna.


Y LOS VW, VUELVEN A DOMINAR EL MUSEO DEL TRANSPORTE UN DOMINGO MAS

El domingo 13 de abril, el Museo atendió a coleccionistas de autos VW que celebraba el tercer aniversario de apreciada concurrencia regular programada un domingo cada mes, así como recibió a los asistentes a la feria de antigüedades y objetos curiosos. El público disfrutó de las colecciones y muestras permanentes de la FMT así como de los espacios abiertos del Museo.

Fotos cortesía Edgardo Gonzalez