Esta semana, en el Poliedro de Caracas, puede visitarse la exposición donde se muestra que el CICPC en la actualidad, los equipos con que cuenta para cumplir su labor como auxiliar por el Poder Judicial, el personal calificado de que dispone para trabajar, dotación y algo de la historia del organismo que a lo largo de su historia ha experimentado diversas transformaciones. La policía de investigaciones de Venezuela ha demostrado siempre ser eficiente lo cual demuestra cada vez que acierta al resolver casos complejos, llamados “cangrejos” policialmente aclarados algunos en tiempo record.
Fabricio Jiménez Febres, en reseña sobre parte de la historia de la policía de investigación criminalística en nuestro país, escribió hace poco en facebook una nota bastante esclarecedora de la evolución de la policía de investigación en Venezuela. En el recuerdo puntualiza Jiménez Febres: “La Dirección de Seguridad Nacional (DSN) fue un antiguo organismo policial venezolano disuelto el 24 de enero de 1958, en el mando del ex Presidente Marcos Pérez Jiménez. El origen de este organismo se remonta al 4 de agosto de 1938 cuando fue sancionada la Ley de Servicio Nacional de Seguridad decretada por el Congreso de los Estados Unidos de Venezuela. A partir de esta fecha empezó a funcionar en Venezuela, el Cuerpo de Investigación Nacional.
Este servicio fue reorganizado en 1945, y a raíz del golpe militar del 18 de octubre de ese año, la Junta Revolucionaria de Gobierno empezó a utilizarlo para ejercer una fuerte represión contra la oposición política del país. Al ser derrocado el Presidente Rómulo Gallegos en 1948, cambia la denominación para tecnificar al cuerpo y pasa a ser la Dirección de Seguridad Nacional dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores. La Sección Político-Social responsable de las persecuciones políticas fue creada mediante Decreto Ejecutivo N° 162, de fecha 22 de junio de 1949.
Durante su funcionamiento, la SN se encargó de enviar a 822 venezolanos acusados de ser militantes de Acción Democrática y a comunistas al Campo de Concentración de Guasina, en el Delta del Orinoco, el cual funcionó hasta diciembre de 1952. Posteriormente deportó a estas personas a las diferentes cárceles venezolanas. Según anécdotas de algunos de los políticos, esta organización policial realizó tortura y desaparición como método sistemático de interrogatorio así como la detención y allanamientos a domicilios sin necesidad de orden judicial, gran parte de estas acusaciones nunca fueron probadas.
Las principales muertes que se le acusan a la Seguridad Nacional son las de Cástor Nieves Ríos, Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevalli, Antonio Pinto Salinas y Luis Hurtado Higuera; el resto que suman unas 20 personas no pudieron ser probadas en los juicios posteriores, pues algunos como el Teniente León Droz Blanco murió en Colombia.
El edificio de la SN estuvo ubicado desde 1949 hasta 1953 en la Segunda Avenida de Los Samanes con cruce a la Avenida Principal de El Paraíso, fecha en la cual fue mudado a la Avenida México donde está ubicado actualmente el Hotel Alba Caracas (antiguo Hotel Hilton). Ambos edificios fueron demolidos con los años, actualmente donde estuvo el primer edificio, se encuentra la Clínica Popular de El Paraíso. Donde se encontraba el segundo edificio, se encuentra el Hotel Alba Caracas en la Plaza Morelos cruce con Avenida México”.
Agreguemos a las noticias suministradas por don Francisco Jiménez Febres que, en enero de 1990, el Ministerio de la Defensa, con nota introductora suscrita por el teniente Raúl Oviedo Rojas, cronista de las Fuerzas Armadas, publicó el libro “El 23 de enero y las Fuerzas Armadas Venezolanas”. Crónica documentada en la cual, según el prologuista, trabajaron varios investigadores. Pretendía dejar por sentado el papel de las fuerzas armadas venezolanas en la consecución del objetivo de poner fin al régimen dictatorial imperante en Venezuela hasta el 23 de enero de 1958, cuando “El pueblo, en ejercicio de un derecho que le es inherente, expresó su protesta ante la dictadura, y el 23 de enero apoyó a las fuerzas militares rebeldes” –dice la leyenda que acompaña la fotografía donde se detalla el rostro de un hombre que expresa con elocuencia ira ante el estado de cosas imperante hasta pocas antes del amanecer del día 23 al mismo tiempo que reclama justicia.
La obra permite apreciar en otra fotografía un retrato de la toma del edificio donde funcionaba en Caracas la Seguridad Nacional, en el extremo Suroeste de la plaza Morelos, antiguo edificio sede de la Creole Petroleum Corporation. Es interesante leer con atención el texto que acompaña la ilustración.
De los sucesos del 23 de enero en Caracas quedan textos como el reportaje del periodista colombiano Gabriel García Márquez, entonces en funciones reporteriles.
Testigos de lo acaecido desde la madrugada hasta bien entrada la mañana en las adyacencias de la plaza Morelos como a lo largo de la avenida México, hacia el puente Mohedano o Los Caobos, dan cuenta de cómo el pueblo correspondió al maltrato recibido por funcionarios de la temible SN, cuyo jefe y funcionario clave en la investigación criminalística desde antes de creado el organismo adscrito al Ministerio de Relaciones Interiores, Pedro Estrada, se fue al exterior (República Dominicana) desde el aeropuerto de La Carlota en el avión DC-3 siglas YV-O.MC1, preservado desde 1972 en el Museo del Transporte (Caracas) Aseguran que Estrada llevaba consigo los archivos de la Sección Política de la SN por los cuales pensó en publicar un libro en el que supuestamente quedarían muy mal parados figuras de la sociedad.
Las relaciones entre el presidente Pérez Jiménez, su ministro del Interior, Laureano Vallenilla Planchart, y el jede de la SN, Pedro Estrada, así como las del alto mando militar y los mencionados funcionarios, se resintieron el 1 de enero de 1958. Esas desavenencias se agravaron en cuanto al manejo de la situación militar generada por quienes presionaban a Pérez Jiménez a tal punto que, reao de un grupo de altos oficiales, se ve precisado Pérez Jiménez a reemplazar a Vallenilla con su compadre el general Luis Felipe Llovera Páez, y el despacho de la Defensa lo confía, también el 10 de enero, al general Rómulo Fernández, quien durará apenas horas en el cargo pues vez que Pérez Jiménez logra reagrupar a sus fuerzas, obliga a Fernández abandona el país, como sucedió a Vallenilla y Estrada, consideradas las eminencias del régimen.
Tras la toma de la sede de la SN, el tumulto procura, al mismo tiempo que rescata, recibe y resguarda a quienes abandonan los calabozos repletos y la candela cobra fuerza en las diversas dependencias del edificio, persigue y atrapa a los torturadores reconocidos.
El para entonces joven estudiante de primer año de medicina en la UCV, Hernán Pifano Cordido, narra el trato que la gente dispensaba sin compasión en plena calle a connotados esbirros. Entre varios, los tomaban por las extremidades, manos y pies, los lanzaban al aire para verlos caer y estrellarse contra el pavimento. Si sobrevivían al primer lanzamiento, repetían el procedimiento –cuenta el psiquiatra Pifano Cordido quien como tantos, se acercó temprano la mañana del 23 de enero a las inmediaciones de la SN. Hubo casos en que a los esbirros los amarraban a los parachoques de automóviles para llevárselos arrastrados.
Debe hacerse la salvedad que si bien en las cárceles de todo el país, en los campos de concentración como Guasina –entre otros-, la tortura, maltrato, vejámenes y otras satrapías formaban parte del cada día de los presos por opositores del régimen, desaprobar la dictadura, sus procedimientos y el plebiscito de diciembre de 1957, entre otros “delitos” –en esencia disentir-, la Dirección de Seguridad Nacional era el ente responsable de la seguridad de Estado, protección de funcionarios y personalidades, y cuerpo especializado de investigaciones forenses, criminológicas y policiales, como pasó a serlo el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (PTJ), creado para retomar el carácter de ente de investigación criminológica y auxiliar del Ministerio Público para lo cual era competente la SN, eliminada por disposición de la Junta de Gobierno según el Decreto N° 3 fechado 24 de enero de 1958.
El Decreto N° 48, de fecha 20 de febrero de 1958, crea un Cuerpo Técnico de Policía Judicial, que dependerá orgánicamente del Ministerio de Justicia, con jurisdicción en todo el territorio de la República.
Refiere el abogado penalista y ex funcionario de la PTJ y coleccionista de automóviles clásicos, Leonardo Casadiego, derogado el decreto de creación de la Seguridad Nacional y dada la necesidad de mantener activos de los servicios de investigación como auxiliar del poder judicial, provisionalmente funcionó de manera precaria en una oficina a la que dieron por nombre Criminológica. Tuvo como sede transitoria un local situado en el lado sur del edificio University, donde funcionaban los tribunales penales, entre las equinas de Bolsa a Padre Sierra. Allí, por instrucciones del ministro de Justicia, René De Sola Ricardo, el doctor Rodolfo Plaza Márquez dio inicio a la organización del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, creado, decretado el 20 d febrero de 1958.
La escuela de formación de detectives especialistas en investigación y criminología sería ubicada en el hermoso edificio colonial de dos plantas, grandes ventanales y hermoso portón, situado entre las esquinas de Principal y Santa Capilla, reliquia arquitectónica demolida en la década de 1960 para dar paso a la Plaza Andrés Eloy Blanco donde fue desvelizada una pieza escultórica de gran calidad del artista Abel Valmillana..
En cuanto al archivo de la Seguridad Nacional, una entre tantas denominadas leyendas urbanas dice que al irse del país en 1958, el guireño Pedro Estrada llevaba consigo el archivo político de la policía a su cargo. Con tal material pensó publicar un libro- Aparecerían nombres de colaboracionistas que nadie podía imaginarse sirvieron como confidentes al régimen y otras minucias que jamás trascendieron. Para otros, existen debidamente resguardados buena parte de las bases de datos y expedientes de la Seguridad Nacional. Algún día, organizados, llegarán al Archivo Nacional de Venezuela.
El 23 de enero, no pocos automóviles al servicio de la SN fueron quemados. Las radiopatrullas de la Policía de Caracas las pintraon color verde oliva (militar) en muy pocas horas y los boy scout las tripularon al igual que unidades del transporte colectivo privado fueron habilitadas para hacer patrullaje encomendados a personal de la Policía Militar y tropa del Ejército.
La Seguridad Nacional contó con una flota de camionetas panel Chevrolet. También con sedas marca Dodge.
A la recién creada PTJ la dotaron en 1958 patrullas de Ford Fairline. En las fotografías, en la línea producción de la planta de GM en Antímano, furgonetas Chevrolet reciben los toques finales.
Publicamos dos fotografías de patrullas Ford de la PTJ, una muestra la que por años subsistió como reliquia histórica que en el 2013 todavía podía verse en un garaje bajo techo.En otra de las imagenes aparecen varias Fairline 58 durante el allanamiento a las residencias universitarias de la UCV en 1963. Presentamos unos de los Malibú, modelo especial parte de un lote importado para distribuirlo entre los cuerpos policiales.
También, el Fairline 500 propiedad de la Asociación Venezolana de Automóviles Antiguos y Clásicos (AVAAC), facilitado para exponerlo esta semana en el Poliedro de Caracas. La PTJ dispuso de modelos como este. También vemos la primera radiopatrulla que tuvo la policía de Caracas en 1913, y la sede inicial de la PTJ y su escuela de detectives ubicada frente a la Santa Capilla
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