miércoles, 13 de agosto de 2014

Homenaje a Ramón David León

“Visitar regiones y caseríos desconocidos, atravesar porciones territoriales que antes jamás vimos para ponernos en contacto con la vida de gentes no menos desconocidas que las pueblan, vencer las distancias que nos imponen el medio físico para acercarnos al pensamiento de numerosos hombres y mujeres que nacieron en esta misma tierra” hizo posible que Ramón David León (1890-1980) dejara uno de los libros fundamentales para el conocimiento en profundidad de la geografía gastronómica de Venezuela. Fue el tema central este sábado 9 de agosto de 1914 en el homenaje que se le rindiera al tal autor como parte del evento dedicado a la panificación popular celebrado este fin de semana en los altos del mercado municipal de Chacao con el auspicio de la Fundación Bigott.
José Rafael Lovera tuvo atendió el encargo de las palabras que introdujeron en el público rasgos de la personalidad del periodista cumanés “catalogado entre los mejores cubiertos de la Veneuela de su tiempo, al lado de Jesé Gil Fortoul, Mario Briceño Iragorry, Pedro Emilio Coll y Alejandro Pietri”, además de lograr fusionar su inquietud periodística a su inquisición culinaria, y si la política puede señalarse como el móvil principal que lo llevó a conocer los más apartados rincones de nuestro país, no parece haber sido ella el único acicate de su peregrinación –leyó el doctor Lovera al repetir palabras que él mismo escribió en 1984 para el prólogo de la reedición de un libro original de 1954, prácticamente inexistente en librerías aunque por supuesto debe estar en las bibliotecas de especialistas. Geografía Gastronómica Venezolana forma parte de la bibliografía básica de la culinaria nacional.
Con la intención de llegar a ser médico, Ramón David León salió de Cumaná para Caracas a mediados de la década de los años veinte. Se relaciona con la mesa de redacción de El Universal y luego fue clave en el proyecto periodístico del diario La Esfera desde cuyas páginas fue opositor tan duro como justo con cuanto no compartía del suceso político venezolano de la época del albor democrático.
Así como se transportó o se hizo llevar a todas partes, probó más de los noventa condumios que reseña pertenecientes a la esencia, región por región, de la dieta nacional típica. Porque viajó por el país, como pocos, pudo probar para luego dejar noticia precisa, fiel, de ingredientes, preparaciones, presentación, hábitos y costumbres. Prosa amena, estilo periodístico, ofrecen uno de los panoramas más completos desprovisto de adornos de lo que comemos los venezolanos, menos ahora que antes aunque ya o advertía Ramón David León: el petróleo con el dinero que trajo consigo introdujo productos y hábitos foráneos que tomaron asiento en nuestra mesa.
Cuando Ramón David León se vino a vivir en la capital no existía medio diferente a la navegación a vapor entre Puerto Sucre (Cumaná) y La Guaira. Para adentrarse en la geografía venezolana para conocer qué y cómo comían nuestros paisanos, antes de 1954, para ir de pueblo en pueblo, de cocina en cocina, largos trayectos hubo de recorrer por caminos carreteros deficientes, a veces, pocos tramos en ferrocarriles decadentes.





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