jueves, 26 de junio de 2014

Falleció Ramón J. Velásquez

En un día en el que hace 54 años a Ramón J. Velásquez le tocó como Secretario General de la Presidencia de la República, asegurar desde Miraflores que la marcha del país no sería capitalizada por ningún factor perturbador político o militar, local o foráneo, luego del fallido intento de magnicidio contra el presidente constitucional Rómulo Betancourt, falleció en su residencia en Altamira, Caracas, este venezolano íntegro, excepcional, Presidente Constitucional en otra hora lamentable de la historia de finales del siglo XX, tiempo histórico vivido tan intensamente por el doctor Velásquez. Reproducimos un texto que esboza aspectos fundamentales de una trayectoria útil a todos. QEPD.

RAMÓN J. VELÁSQUEZ , DEMÓCRATA INFATIGABLE

Velásquez ha gozado del talento y la formación intelectual necesarios para discernir sobre el contexto internacional de los avatares de la política local y paralelamente no perder de vista los intríngulis personales y familiares que determinan un proceso histórico.
Ramón J. Velásquez ha tenido la rara fortuna de ser a la vez esclarecido historiador y protagonista de la historia de Venezuela. Francisco González Guinan y José Gil Fortoul también exhibieron ambos atributos; pero ninguno como él padeció penurias y presidios por instaurar la democracia como sistema político en un país de tradiciones tan militaristas y caudillistas como Venezuela.
Velásquez ha gozado del talento y la formación intelectual necesarios para discernir sobre el contexto internacional de los avatares de la política local y paralelamente no perder de vista los intríngulis personales y familiares que determinan un proceso histórico. Es de los pocos historiadores venezolanos que poseen una clara conciencia de la dimensión económica de los acontecimientos políticos de Venezuela, Latinoamérica y el mundo.
El abogado y periodista andino ha estudiado a fondo la historia de la Venezuela rural y agropecuaria, su transición hacia una sociedad urbana y petrolera, y su posterior conversión en una nación rentística, que pudo, no obstante, construir una democracia liberal con una economía mixta de mercado bastante bien manejada desde la muerte del temido dictador Juan Vicente Gómez hasta el brusco derrumbe de los precios del petróleo en 1986, a partir de cuya fecha los desbarajustes macroeconómicos, el deterioro de las instituciones y de los servicios públicos y la incapacidad del liderazgo político, empresarial y sindical de erradicar la pobreza comenzaron a cercenar las bases del sistema democrático que tanto costó edificar a venezolanos como el erudito historiador tachirense.
Ramón J. ha sido más intelectual que político, aunque para los venezolanos de hoy ambos atributos luzcan contradictorios. No era así para los jóvenes demócratas que se formaron en las décadas de la transición del militarismo autocrático y oscurantista al pluralismo modernizador y abierto. Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Juan Pablo Pérez Alfonzo o Arístides Calvani pudieron armonizar su vocación de luchadores políticos con el cultivo del intelecto en la cátedra universitaria, en las salas editoriales o en la tribuna periodística.

EL HIJO DE RAMÓN VELASQUEZ Y REGINA MUJICA


Ramón José Velásquez Mujica nació hace 95 años en San Juan de Colón, Estado Táchira, el 28 de noviembre de 1916. Venezuela era un país de poco más de 2,4 millones de habitantes, donde el 84% hacía vida rural. Los venezolanos se ganaban el sustento en las faenas de la agricultura y la cría, ya sometidas a las fluctuaciones periódicas en los precios internacionales del café y el cacao, los principales rubros de exportación. La agricultura, la ganadería y las actividades conexas aportaban el 47% del producto interno bruto, que entonces ascendía a 401 millones de bolívares.
Dos años antes, en 1914, el fenomenal pozo Zumaque había irrumpido con inusitada fuerza de las entrañas de la tierra zuliana, dando inicio a grandes transformaciones en la vida política, social, económica y cultural de Venezuela; pero sobre todo, propiciando un éxodo masivo de los agricultores y trabajadores del campo hacia los campos petroleros y las aglomeraciones urbanas.
La inteligencia del niño andino fue advertida por sus padres, el periodista Ramón Velásquez Ordoñez, y la educadora doña Regina Mujica, de quienes recibió sus primeras enseñanzas. Fue enviado a proseguir el bachillerato en el Liceo Simón Bolívar de San Cristóbal; pero, como era usual en aquel entonces (1935), la culminación de la educación secundaria era posible en la capital de la República, donde el joven tachirense se recibe de Bachiller en el prestigioso Liceo Andrés Bello; no sin antes fundar y presidir su Centro de Estudiantes y dirigir la revista Futuro. Más tarde se graduará de Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela (1942) y Abogado de la República (1943), título que entonces confería, previa defensa de tesis ante un calificado jurado, la antigua Corte Suprema de Justicia. Contrae nupcias con la joven Ligia Betancourt Goicoechea, de cuyo matrimonio nacen Ramón Ignacio, Regina, José Rafael y Gustavo Luis.

EL ABOGADO Y REPORTERO QUIEBRA LANZAS POR LA DEMOCRACIA

Pero el joven doctor prefiere el periodismo al Derecho. Siendo estudiante de bachillerato en San Cristóbal había fundado junto con sus compañeros las revistas Nautilus y Juventud, mientras hacía de corrector en el periódico dirigido por su padre, Diario Católico. En Caracas ingresa como reportero del periódico Ultimas Noticias en 1941 y Miguel Otero Silva le invita a escribir en el recién fundado diario El Nacional. En 1945 el primer periódico le fija la pauta de entrevistar al embajador Diógenes Escalante, cuya candidatura presidencial es respaldada tanto por el gobierno progresista del general Isaías Medina Angarita (1941-1945), como por el principal partido de oposición, Acción Democrática.
La entrevista entre ambos tachirenses no pudo desarrollarse en forma convencional, y el joven reportero decide preparar una crónica basada en las lecturas y testimonios que había recogido sobre la vida y el pensamiento de su coterráneo. Fue tal la impresión positiva que le causó la reseña de Velásquez, que Escalante le ofrece el cargo de secretario particular; pero la repentina enfermedad mental del candidato dio al traste con el pacto político, desencadenándose los hechos que concluyeron en el derrocamiento de Medina, la convocatoria a una Asamblea Constituyente por la junta cívico-militar presidida por Rómulo Betancourt, la promulgación de la Constitución Nacional de 1947 y la elección del primer presidente de Venezuela electo por sufragio universal, directo y secreto, el prestigioso novelista, Don Rómulo Gallegos Freire.
Derrocado el autor de Doña Bárbara por una junta militar en 1948, asesinado el presidente de la junta, coronel Carlos Delgado Chalboud en 1950, y desconocida por el Coronel Marcos Pérez Jiménez la victoria contundente de las fuerzas democráticas lideradas por el doctor Jóvito Villalba en las elecciones de noviembre de 1952, el abogado y periodista es apresado y liberado varias veces, sufriendo años de cárcel durante la sangrienta dictadura.

EL ACADEMICO SE ALTERNA ENTRE EL PERIODISMO Y EL SERVICIO PÚBLICO

El rescate de la democracia el 23 de enero de 1958, le halla de nuevo en las trincheras de la lucha social. Sale libre y se convierte en el primer director del popular vespertino, El Mundo, fundado por el editor Miguel Angel Capriles. Antes lo había sido de la revista Elite. Es llamado por el presidente Rómulo Betancourt (1959-1964) a ejercer la Secretaría General de la Presidencia, donde exhibe singulares dotes de negociador y conciliador, abriendo las puertas de Miraflores a todos los sectores de la vida nacional en momentos en que la naciente democracia era asediada por la subversión de externa derecha y de extrema izquierda.
El presidente Rafael Caldera (1969-1964), fundador del Partido Social Cristiano Copei, también le ofrece integrar su gabinete, nombrándole Ministro de Comunicaciones. Representó a su estado natal en el Senado de la República desde 1959, electo como independiente en las planchas de Acción Democrática. Fue presidente de su Comisión de Política Exterior.
Será dos veces, con innegable tino y fino sentido político, director del diario El Nacional, desde donde dio muestras de la amplitud, tolerancia y rectitud que han caracterizado su dignificante vida pública. La primera, entre 1964 y 1968, y la segunda, entre 1979 y 1981, coincidiendo con los quinquenios constitucionales de los doctores Raúl Leoni (1964-1969) y Luis Herrera Campins (1979-1984).
En 1968 es elegido Individuo de Número de la Academia Nacional de Historia y recibe el Premio Internacional de Periodismo María Moors Cabot de la Universidad de Columbia, Estados Unidos. En 1973 es galardonado con el Premio Nacional de Literatura. En 1978 crea la Fundación para el Rescate Documental Venezolano y en 1980 se hace acreedor del Premio Nacional de Historia por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC).

PIONERO DE LA DESCENTRALIZACIÓN Y DE LA REFORMA DEL ESTADO

El doctor Jaime Lusinchi (1984-1989) le nombra presidente de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (1984-1986), donde deja un cuerpo de propuestas de largo alcance para la modernización de las instituciones políticas, económicas y sociales del país, las cuales ya daban señales de agotamiento. Fue pionero en la descentralización del Estado, de cuyas iniciativas legislativas se instituyeron más tarde la elección directa de gobernadores y alcaldes y la transferencia de competencias a los estados y municipios, durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1989-1993).
Pérez le encarga encabezar la Comisión Presidencial para Asuntos Fronterizos Colombo- Venezolanos (COPAF), posición donde despliega nuevamente sus habilidades diplomáticas para darle un vuelco histórico a las relaciones entre ambos países, signadas durante décadas por el proceso de delimitación de aguas marinas y submarinas. Ejercerá estas funciones entre 1989 y 1993, cuando el Congreso de la República, el 5 de junio de 1993, le designa Presidente de la República para culminar el período constitucional de Carlos Andrés Pérez (1989-1994), quien había renunciado al cargo después que la Corte Suprema de Justicia hallara méritos para su enjuiciamiento por presunto peculado y malversación de fondos de la partida secreta.

EL PRESIDENTE SOSTIENE EL HILO CONSTITUCIONAL Y EMPRENDE REFORMAS

El presidente Velásquez asumió la primera magistratura consciente de que su principal responsabilidad era la de realizar un gobierno de transición sin que se rompiera el hilo constitucional; labor que completó con sobrada efectividad al traspasarle la banda presidencial al Dr. Rafael Caldera, el presidente electo en las elecciones de diciembre de 1983.
El estadista andino no escurrió el bulto para realizar reformas de relevancia para la modernización de las instituciones políticas y económicas del país, como la creación del Fondo Intergubernamental para la Descentralización (FIDES), y la promulgación de la Ley de Impuesto al Valor Agregado –que permitiría reducir la dependencia del fisco de los ingresos petroleros-, la Ley del Banco Central de Venezuela –que daría autonomía plena al Instituto Emisor-, y la Ley de Bancos y Otras Instituciones Financieras –que fortalecería las funciones fiscalizadoras y de supervisión de la Superintendencia de Bancos y la protección de los ahorristas a través del Fondo de Garantía de Depósitos y Protección Bancaria (FOGADE).

EL INTELECTUAL E HISTORIADOR INCANSABLE

Es vasta la obra de escritor e historiador del Dr. Ramón J. Velásquez. Sus libros La caída del Liberalismo Amarillo: tiempo y drama de Antonio Paredes (1972) y Confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez (1973) se encuentran entre los más leídos y acreditados.
No menos significativas han sido, entre otras, sus obras Caudillos y masas en Bolivia (1954); Coro, raíz de Venezuela (1961); La obra histórica de Caracciolo Parra Pérez (1971); Venezuela y la Primera Guerra Mundial (1973); Pocaterra, actor y testigo de una época (1973); Aspectos de la evolución política de Venezuela en el siglo XX (1976); Rómulo Betancourt en la Historia de Venezuela (1980); y Los alemanes en el Táchira (1993). No en balde el CONAC le otorgó el Premio Nacional de Humanidades en 1998 y se le eligió, en 2002, Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.
No pueden soslayarse sus iniciativas editoriales, como la publicación, junto con José Agustín Catalá, Leonardo Ruiz Pineda, Simón Alberto Consalvi y Juan Liscano Velutini, del Libro Negro de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952), la iniciación de la columna Memorias de Venezuela en el diario El Nacional (recogidas en cuatro tomos en 1990), la colección Venezuela Peregrina (10 volúmenes), la dirección de La Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (174 volúmenes) y la edición de las insustituibles obras Pensamiento Político Venezolano del siglo XIX (15 volúmenes) y Pensamiento Político Venezolano del siglo XX - documentos para su estudio- (130 volúmenes). La edición del Archivo Histórico de Miraflores ha pasado a ser una referencia imprescindible para el conocimiento de la historia de Venezuela.
Promotor de iniciativas culturales de largo aliento, el Dr. Velásquez crea la Oficina de Investigaciones de Historia Política del Congreso Nacional. En su honor se fundan cátedras epónimas en la Universidad Simón Bolívar y en la Universidad Católica Andrés Bello, y desde la presidencia de la Fundación Francisco Herrera Luque, centro UNESCO de Venezuela, ha desplegado durante casi dos décadas una labor incomparable en la divulgación de los valores culturales e históricos del gentilicio venezolano, siempre con visión de futuro y espíritu innovador.
Ramón J. Velásquez ha cumplido 95 años con toda la lucidez de su cultivada inteligencia, sólo aquejado por las dificultades físicas propias de su edad. Durante los últimos años ha registrado en sus entrevistas su visión de que se están produciendo en Venezuela, América y el mundo, transformaciones que marcan un cambio de época, de donde se derivarán nuevos derroteros de democracia y progreso para la Venezuela posible que con tanta pasión ha amado en su larga e infatigable vida de luchador social, periodista y hombre de Estado.

Luis Xavier Grisanti
Publicado en el web de la Fundación Francisco Herrera Luque.

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