viernes, 5 de agosto de 2016

Quinta Santa Inés oficinas del GFV

A propósito de una fotografía color nueva y el montaje retro que sobre la misma hizo don Carlos Lachica, publicada en Caracas en Retrospectiva Facebook, el colaborador de dicho espacio fundado y dirigido por María Sigilio, Gilberto Gil refutó que la quinta Villa Santa Inés, antigua mansión presidencial crespista en Caño Amarillo, alguna vez sirviera de asiento a servicios ferroviarios.
Lachica aclaró lo siguiente: “Luego de ser residencia presidencial, en ella se establecieron las oficinas principales del GFV al vender la viuda de Crespo (Doña Jacinta) en el año 1907 el inmueble a esta empresa, posteriormente en el año 1943 al pasar los bienes del GFV a la nación se establece en parte de ella la Cartografía Nacional y en 1955 la Cartografía Militar quien a partir de 1967 pasa esta ultima a ocupar la totalidad de la Villa hasta fechas posteriores en la cual pasa a ser sede del IPCN”. A lo anterior, Gil escribió: “Tiene razón el señor Carlos Lachica:
“Luego de la muerte de Crespo, su familia siguió habitando la Villa, hasta que en 1907 su viuda, doña Jacinta, la vendió a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, quienes instalaron allí su oficina principal.
En 1943, cuando los bienes de la compañía fueron traspasados a la Nación, la Villa pasó a albergar las oficinas de la Cartografía Nacional, y desde 1955, cuando ya ha desaparecido los ferrocarriles Caracas-La Guaira y Caracas-Valencia, se instala en ella la oficina de la Cartografía Militar.
La Villa: Espacio histórico ... - Instituto del Patrimonio Cultural…”.
Agreguemos pues no todo el mundo puede que lo sepa, que los faetones que aparecen estacionados en la antigua fotografía empleadas para la composición que contrasta dos momentos de Villa Santa Inés,se constituyeron en la competencia para el ferrocarril que bajaba a Maiquetía y La Guaira. Operaban como carros por puesto o taxis no sólo metroplitanos porque quien había perdido el tren o no podía o deseaba aguardar la salida del próximo en horas la tarde, accedía a compartir el carro de seis puestos o lo tomaba para sí solo. En cierta manera, desde este punto de la ciudad, como competencia para el tren que operaba en horas puntuales casi nunca alteradas salvo por inconveniente mayor de la empresa inglesa operadora, y desde otros de la capital, perfectamente descritos en los textos en los que aluden al desarrollo del transporte colectivo caraqueño, nació la industria del carro por puesto tanto en las rutas extra urbanas como en las internas de la ciudad, dominantes actuales de la escena del transporte colectivo de superficie, claro está que con las camioneticas, "yises" y autobusetes que prestan tal servicio



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