viernes, 22 de noviembre de 2013

Neruda, psiquiatra venezolano y vapor Argentina Star

A fines de la década de 1940, Pablo Neruda afronta dificultades políticas que lo obligan a irse de Chile clandestino a Argentina. Cruza los Andes para llegar a Buenos Aires.

En la autobiografía Confieso que he vivido, leemos: “Naturalmente que mi mayor preocupación en Buenos Aires fue hacerme de una nueva identidad. Los papeles falsos que me sirvieron para cruzar la frontera argentina no serían igualmente utilizables si pretendía hacer un viaje trasatlántico y desplazarme por Europa. ¿Cómo obtener otros? Mientras tanto la policía argentina, alertada por el gobierno de Chile, me buscaba afanosamente.

En tales aprietos recordé algo que dormía en mi memoria. El novelista Miguel Ángel Asturias, mi viejo amigo centroamericano, se hallaba probablemente en Buenos Aires. desempeñando un cargo diplomático de su país, Guatemala. Teníamos un vago parecido fisonómico. De mutuo acuerdo nos habíamos clasificado como “chompipes”, palabra indígena con que se designa a los pavos en Guatemala y parte de México. Largos de nariz, opulentos de cara y cuerpo, nos unía un común parecido con el suculento gallináceo.

Me vino a ver a mi escondite.

—Compañero chompipe —le dije—. Préstame tu pasaporte. Concédeme el placer de llegar a Europa transformado en Miguel Ángel Asturias.

Tengo que decir que Asturias ha sido siempre un liberal, bastante alejado de la política militante. Sin embargo, no dudó un instante. A los pocos días, entre ‘señor Asturias por acá’ y ‘señor Asturias por allá’, crucé el ancho río que separa la Argentina del Uruguay, entré a Montevideo, atravesé aeropuertos y vigilancias policiales y llegué finalmente a París disfrazado de gran novelista guatemalteco…

…Mis consejeros me obligaron a albergarme en el Hotel George V.

—Allí, entre los poderosos del mundo, nadie te irá a pedir los papeles —me dijeron.

Y me alojé allí por algunos días, sin preocuparme mucho de mis ropas cordilleranas…”.

Aunque Neruda confesará que a Venezuela siempre le pasó de lado, por algún motivo en el vapor Argentina de la línea Blue Star, excepcionalmente paran en La Guaira y prosigue.

En la proa

“Miro las pequeñas olas de un nuevo día en el Atlántico.

El barco deja a cada costado de su proa una desgarradura blanca, azul y sulfúrica de aguas, espumas y abismos agitados.

Son las puertas del océano que tiemblan.

Por sobre ella vuelan los diminutos peces voladores, de plata y transparencia.

Miro largamente las aguas. Sobre ellas navego hacia otras aguas: las olas atormentadas de mi patria.

El cielo de un largo día cubre todo el océano.

La noche llegará y con su sombra esconderá una vez más el gran palacio verde del misterio…”

Coincide con un pasajero que aborda en Venezuela. Es el psiquiatra Francisco Herrera Guerrero. Comienzan a frecuentarse para charlar en los puentes y salones de la nave. En cada escala comparten paseos.

Testimonios de las familias Herrera Luque y Herrera Terán traslucen que el poeta chileno y el médico venezolano desarrollan un vínculo estrecho, quizá incluso de carácter terapéutico. Neruda sólo aparenta sentirse bien. Viaja en el Argentina Star afectado por el abandono forzoso de Chile. Va indocumentado con el falso pasaporte que le permitió salir de América rumbo a Francia.

Los Neruda y los Herrera son pasajeros de uno de los cuatro mercantes trasatlánticos de la Star Line. Eran naves idénticas encargadas a Cammel Laird después de la guerra. El primero en ser completado fue el precisamente el Argentina Star.

Al cabo de días, desde París Neruda prosigue viaje a la Unión Soviética. “…fui invitado por primera vez a la Unión Soviética, con motivo de las conmemoraciones del centenario de Pushkin… Llegué junto con el crepúsculo a mi cita con la perla fría del Báltico, la antigua, nueva, noble y heroica Leningrado…”

El doctor Herrera Guerrero pasa semanas en Francia, desde allí continúa a España. Se hospeda en Granada con su esposa María Luisa Luque e hija Beatriz Herrera Luque.

Corría noviembre. Apenas 47 años de edad. Sale de la habitación, toma la escalera para bajar a leer el periódico. De pronto el estruendo vuelca las miradas desde el lobby hacia los escalones. El golpe seco moviliza a los mozos de la recepción.

No, no fue que pisó en falso. Un infarto fulminante acaba con la vida del prestigioso médico psiquiatra que tan buena amistad hizo con Pablo Neruda cuando apenas se conocieron en el Argentina, donde con fugacidad transcurrieron dos semanas de mutua complacencia y enseñanzas.

“En el año de 1950 tuve que ir a la India en forma inesperada. En París me mandó llamar Joliot Curie para encargarme una misión. Se trataba de viajar a Nueva Delhi, ponerse en contacto con gente de diversas opiniones políticas, calibrar en el sitio mismo las posibilidades de fortificar el movimiento indio por la paz. Joliot Curie era el presidente mundial de los Partidarios de la Paz. Hablamos extensamente. Le inquietaba que la opinión pacifista no pesara debidamente en la India, no obstante que la India siempre tuvo reputación de ser el país pacífico por excelencia. El propio primer ministro. el Pandit Nehru, tenía fama de ser un adalid de la paz, una causa tan antigua y profunda para aquella nación…”.

En aquella segunda visita de Neruda a la India se entera que el nuevo amigo venezolano falleció de súbito. Atribulado, escribió:

“Pancho de Venezuela

El Dr. Francisco Herrera debe ser recordado seguramente como el gran médico que fue.

Yo lo recuerdo como Venezuela.

Para mí solo era Pancho y era Venezuela.

Yo pase de largo siempre por Venezuela, por el aire o por el mar;

O por algunos desterrados en Chile, ya chilenizados o evaporados,

O por la Guaira

Puerta sórdida de las anchas y generosas regiones.

Cuando en la India recibí una carta

¿De donde era? ¿De Maracaibo?

De alguien que me leía, sentí escalofrió de una llamada a tierra, de lo que me llamaba.

Pero nunca fue y no sé si será.

Mientras tanto conocí en un barco a Pancho Herrera.

Y una tierra se me reveló.

Este hombre sabio y popular, era ancho, generoso y alegre.

Era una geografía entera, llena de grandes

árboles y niños, manantiales y pueblos.

Su simplicidad estaba llena de ciencia, su ciencia estaba dispuesta a volcarse para todos.

Parecía apolítico pero su sentido común esencial, le permitía ver más allá y más acá del horizonte, y muy a las claras.

Su alegría llenaba el barco, se transmitía como una fuerza natural.

“Para mí solo se llamaba Pancho y era Venezuela”

Y cayó de pronto, como un árbol derribado por un rayo.

Su ancha alegría se extendió de golpe en la tierra, y yo desde muy lejos escuche estremecer el suelo americano con el gran follaje que caía, mientras miles de hojas y pájaros volaban en el aire acompañando a Pancho de Venezuela.

Muertos de América.


Pablo Neruda”

El Argentina Star era de 10.716 toneladas, fue botado el 26 de septiembre de 1946 e inició su viaje inaugural de Liverpool al Río de la Plata el 14 de junio de 1947. Los viajes posteriores partieron de Londres. Solían hacer escala en Lisboa, Madeira, Las Palmas o Tenerife, Río de Janeiro, Santos, Montevideo y Buenos Aires.

Como sus gemelos era de una hélice con turbinas de reducción doble, con una velocidad un poco más de 16 nudos. La capacidad para pasajeros estaba limitada a 51 de primera en el caso del Argentina Star.

La naviera británica Blue Star fue fundada por los hermanos Vestey de Londres, y adquirió su primer buque en 1911. Operó hasta 1972, eaño en que se convirtió en otra víctima marina de la era de los aviones jet.

(Con información marítima y fotografía publicada por Carlos Mey - Martínez. Argentina.



Dirección de e-mail: histarmar@fibertel.com.ar

Argentina Star. Para pasajeros, carga y espacios refrigerados. Botado el 26 de Septiembre de 1946 en el astillero inglés  Cammell Laird & Co., Birkenhead- (n° 1.173) – IMO: 5023227, para laBlue Star Line, Londres. – 10.716 toneladas de registro bruto. El 19/10/1972 fue desguazado en Kaoshiung.

Pablo Neruda. Hace poco se confirmó que su muerte ocurrió a causa de una enfermedad.

Francisco Herrera Guerrero, psiquiatra venezolano que coincidió con Pablo Neruda en el Argentina Star en viaje rumbo a Europa desde La Guaira.

La Guaira en momentos en que se construían los almacenes de los muelles de carga.


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