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sábado, 26 de diciembre de 2015

El tenaz Henry Lord Boulton

Amigos con diez años de diferencia entre sus respectivas edades, un día de por medio entre las fechas de sus decesos, como ayer ocurría con Enrique Tejera París, hoy acusaremos la muerte en la mañana de este jueves 12, de Henry Lord Boulton Núñez.
Caraqueño de abolengo, intelectualmente brillante, visionario empresario aunque antes que todo lo demás, hombre de aviación que logra para AVENSA renombre mundial, factor importante, junto con su tío Andrés, en la creación y dirección de aquel proyecto nacional tan afortunado llamado VIASA, primera gran iniciativa de integración de esfuerzos de capital y recursos humanos experimentados del Estado y la iniciativa privada en función del bien común y la prosperidad de Venezuela.
Colaboró con la Fundación Museo del Transporte. Por ello, también aca se le apreciaba y recordaremos como lo merece ese hombre a quien lo distinguió la pasión con la que tripuló el desarrollo de buena parte de la historia de Aerovías Venezolanas, aerolínea que llegó a sumar 40 aviones operativos.
Con su filial SERVIVENSA en plena actividad según un concepto de administración y operacional calcado del exterior y que mejoran expertos criollos, Boulton repetía con orgullo: “Tenemos la única empresa de aviación que todos los días llega por igual a Nueva York que a Guiria, el más apartado rincón de la península de la Paria en el extremo oriente venezolano”.
Aunque podía irritar a no pocos, por la tenacidad, habilidades y dones, logró la apertura de los cielos venezolanos y la competencia abierta entre las aerolíneas del país y las de otras naciones. Mantuvo la certidumbre de que mientras más participaran en términos de equitativos, beneficiario directo e inmediato sería el mercado de viajeros gracias a la calidad del servicio ofertado a los usuarios, constantes entre sus preocupaciones prioritarias al igual que potenciar los atractivos del país para el turismo.
Le interesó internacionalizar las marcas AVENSA y SERVIVENSA, el adiestramiento y el fomento a plenitud de las capacidades individuales y como grupo, de las tripulaciones, la prosperidad de los trabajadores y accionistas del conglomerado aeronáutico que, múltiples factores coyunturales o no, derrumbaron en mala hora para quienes resultaron víctimas, en particular trabajadores y empleados como en general la comunidad aeronáutica ante la pérdida de uno de sus bastiones representativos.
Jamás se desligó de las inquietudes que por la aviación lo condujeron a dedicarse a aprender tanto como le fue posible para peldaño tras peldaño, consolidar la iniciativa de sus tíos y padre, en 1943 fundadora de AVENSA en sociedad –en pequeñas proporciones del Estado y la compañía Pan American Airways.
Enfrentó personal e institucionalmente la embestida de gigantescos consorcios aeronáuticos de norteamérica dispuestos a generar el derrape de la aviación nacional de todas las repúblicas latinoamericanas. Ante tal ofensiva, fomentó la Asociación Latinoamericana de Líneas Aéreas, como en el frente interno agrupar la representación de las empresas privadas prestatarias de servicios de transporte aéreo.
Se empeñó en que AVENSA llegara a Europa, valga decir, explotar los derechos de rutas internacionales de la República de Venezuela. El salto Atlántico que amplía en lo internacional el pretérito nexo con Estados Unidos establecido mediante los vuelos iniciados en 1953 hasta la fundación de VIASA en 1961. Tuvo el temple para asumir su responsabilidad en un proyecto que confrontó severas dificultades para favorecerse de lo que el especialista en derecho aeronáutico, Luis Enrique Vargas, afirma fue de los grandes y felices empeños de Henry Lord Boulton: aprovechar con operaciones regulares la esencial conceptual y pertinencia contemporánea de la multidesignación pues, entre otras convicciones que le marcaron la existencia, Henry Lord Boulton creía en la conveniencia de avanzar bajo los principios y significación del sistema económico basado en la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, sin intervenciones del gobierno, ni a favor ni en contra de los agentes económicos, para que el resultado final dependa de cada quien, de la productividad y la competitividad de cada cual, respeto a la dignidad de la persona, de forma autónoma e independiente. De allí que como editor que era de la revista Horizontes, publicada durante varias décadas para los pasajeros de AVENSA/SERVIVENSA, cada entrega estuvo encabezada por la frase de su admirado Winston Churchill: “Algunas personas ven en la empresa privada un tigre feroz al que hay que matar; otros a una vaca susceptible de ser ordeñada; muy pocos la ven como en verdad es: un robusto percherón que arrastra un carro muy pesado”.
Venezuela pierde con esta muerte que le ha sorprendido durante el sueño, ya retirado del trajín diario en la quinta La Quebradita, a una de nuestras figuras civiles y empresariales notables del siglo XX. Combativo, tenaz como sus ancestros arraigados en el país hace dos siglos capaces varias veces de reconstituirse como hombres de negocios; controversial, formado desde muy joven para el trabajo tal cual la practica en las viejas empresas venezolanas que tomaban como referencia la experiencia usual en los países avanzados, donde los más jóvenes, para poder ascender, antes debían demostrar capacidades y responsabilidad en las pasantías por todas las áreas de labor y departamentos, también para consustanciarse hombro a hombro con el resto de los trabajadores. De ahí esa cercanía que siempre tuvo quien fuera presidente de AVENSA y SERVIVENSA, con sus empleados. Los respetaba y dispensó el trato por el nombre propio de cada quien o en su defecto, la referencia al título profesional amén de lo mejor que tenía para compartir con suprema excelencia: innegable don de gentes. QEPD.




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