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domingo, 5 de mayo de 2013

SEGUNDO ANIVERSARIO DE HISTORIA NAVAL EN IMÁGENES

Por razones que muy bien expone, como preámbulo al esbozo histórico naval venezolano que con trazos signados por agudeza, el capitán de navío Jairo Bracho Palma, a propósito del segundo aniversario del espacio en facebook “Historia Naval en Imágenes”, menciona personalidades que, además de cuanto Bracho con razones les atribuye, de diversas formas permanecen atentas, cooperan o se han vinculado a actividades del Museo del Transporte de Caracas. Nos parece de justicia reproducir en este espacio –cierto que más cercano a los sucesos de la Marina Mercante que a lo relacionado con la Armada, matriz de aquella así como la responsable de mantenerle nuestro Mar de Venezuela pleno de soberanía-, la sección del texto donde Bracho Sierra refiere qué lleva a cabo tan prestigioso grupo dedicado a investigar para ahondar o reconstruir, escribir, divulgar y dignificar la historia naval venezolana, con énfasis en el tiempo que parte establecida la República con no pocos vaivenes. La era post independista hasta nuestros días. Libre de la sombra de la mezquindad, responsable y honrando con dignidad intelectual, el capitán de navío Bracho Palma apunta lo siguiente: “Celebramos el segundo aniversario de “Historia Naval en Imágenes”. El origen de esta iniciativa se materializa en el mes de febrero del 2011 , que fue especialmente agitado. Preparaba el libro “Iconología Naval venezolana”, que era un obsequio vital e intimista a la Armada en su bicentenario. Fue necesario consultar al VA Julio Chacón Hernández sobre aspectos operativos que ciertas fotografías representaban, su oportuna experiencia confirió valor añadido a la parte descriptiva de aquellas imágenes sin reseñas. Entendió lo que pretendían representar: una época, un momento, una forma de vida muy particular. Este viejo marino, acostumbrado a usar las palabras estrictamente necesarias, como cuidando que no le sobraran, luego de esquematizarme las ideas que debían acompañar a aquel trabajo, sentenció sin más, sobre la importancia de dar a conocer la obra en ciernes por un medio masivo de difusión. La creación de la página vino unos meses después. ¿Cómo podría calificarse el mérito de Julio Chacón Hernández en algo que pareciera una cotidianidad? Ni que decir, páginas de Facebook salen por miles cada día, y a ese ritmo desaparecen. Me parece que lograr la adhesión de hombres tan dispares, dedicados o aficionados a la Historia Naval y demás temas relacionados, y que trabajen en un objetivo común; lograr el acuerdo entre enemistades irreconciliables, y unirlos en estos votos, constituye de por sí un logro de liderazgo, lección de vida en nuestro devenir como Institución, del cómo la unidad de lo heterogéneo permite unicidad en objetivos cumplidos y metas alcanzadas. Aquel encuentro por demás inédito como la anonimia del diario trajinar, tuvo otras cotidianidades, que enmarcado en la importancia que otorgamos a nuestra individualidad y a sus hechos, tienen una proyección pública. Me refiero al encuentro o el descubrimiento de hombres que hoy nos permiten saber y conocer cada día más. El señor Ramón Rivero Blanco, hijo del insigne capitán de navío Ramón Rivero Núñez, no sólo ha facilitado una ingente cantidad de material fotográfico y documental para estas páginas y varios escritos técnicos, sino que se ha convertido en un consumado investigador de la Historia Naval Venezolana, que debe ser reconocido con general aplauso. Gracias a su esfuerzo, marinos y lugares nos han mostrado su rostro esquivo. Gracias a su perseverancia disfrutaremos de increíbles pasajes y narraciones que nos llenarán de orgullo. Amigo, hermano, de una solidaridad a prueba de abatimiento, un valor agregado inapreciable. Las cualidades de Ramón Rivero como investigador se combinan por un afecto a la institución que ya quisiéramos tener algunos, palabras de estímulo no alcanzarían. De otro colaborador de destacada valía, nos quedaríamos cortos en nuestras ponderaciones, me refiero al CN Edgar Blanco Carrero. Mantuvo toda su vida una rara autenticidad en un medio donde las transfiguraciones de la personalidad son radicales, hombres de quien nos enorgullecíamos por sus condiciones militares navales, dentro de una humildad de monacato, de la noche a la mañana se nos presentaron como investidos de un no se que designio divino para el exabrupto, el expolio, las formas afectadas de mandarín decadente dentro de una envoltorio seco y podrido que nada dejó a la institución a la que todo debía. Edgar Blanco, desde sus tiempos de cadete, era auténtico. Ensimismado, leía constantemente, encerrado en sus pensamientos le veíamos pasar sin apenas distraerse. Nos abrumaba con sus conocimientos de historia naval universal, de guerras, fechas, batallas y personajes. A veces tenía en manos libros prohibidos como los escritos filosóficos de Marx, asunto que le trajo no pocos inconvenientes en su vida como oficial. Era un convencido de izquierda, pero respetó el apoliticismo vigente. Jamás hizo uso de esa condición para solicitar prebendas. Hoy nos honra con sus reflexiones sobre la filosofía de la guerra y la historicidad de nuestra institución. Sus trabajos serán objetos arqueológicos bien pronto. Javier Nieves-Croes, abogado, historiador, ha sentido un incontenible deseo materializado de escribir sobre aspectos específicos, poco tratados, como armas, equipos y grados navales, en fronteras marítimas, es la única autoridad venezolana reconocida en escenarios internacionales. Vaya nuestras albricias y enhorabuena. Esperamos con ansia nuevas publicaciones. Varios colaboradores valiosos como el CA Gustavo Sosa Larrazábal, Agustín Jurado, y aquellos que espontáneamente nos han facilitado material, anécdotas e imágenes, nuestro aprecio y agradecimiento. Pero este en apariencia club de aficionados, no sólo se ha dedicado a escribir, y decir sobre nuestra Armada, sin pretensiones de un Júpiter tronante sentenciando sobre lo que hemos hecho bien o lo que podríamos mejorar; ni mucho menos es una reunión de testículos caídos mascullando hombrías pasadas y tiempos felices de conquista y pernada. La compilación de todos los sables y espadines de la Armada venezolana por Ramón Rivero, así de como insignias, uniformes, modelos de buques, libros originales es un medio efectivo de decir que no sólo se trata de la palabra. Los desplazamientos y estudios de campo de Nieves Croes para identificar armas navales de quien nadie sabe su origen es otro aspecto importante. La búsqueda de pecios a cargo del CN Luis Farage Dangel, empeñado en un trabajo de arqueología submarina que pronto tendrá su rédito, nos indica de que algo está pasando en nuestro ser y hacer naval, es una buena noticia, una muy buena. Las líneas maestras de esta página no merecen mayores interpretaciones: un medio efectivo de mantener viva la memoria de la Marina de Guerra, Armada Nacional, Fuerzas Navales, o Armada Bolivariana, como quieran llamarla, un foro permanente de discusión de ideas alrededor de un tema único, como es el recordar en tanto medio útil de aprendizaje. Y hablando de egos inflados, individualidades magníficas e irrepetibles, brigadieres primeros con aires de suficiencia, cuyo código de comportamiento de mayor imitación y de por vida, consistía en estudiar, portarse bien y salir franco, sirva los siguientes episodios de nuestra Historia Naval, de profunda reflexión porque no han perdido un ápice de vigencia y vienen a buena cuenta, y que es un resumen de un libro próximo a publicarse.” Vale la pena leer el resto del escrito. Encuéntrelo en Facebook. Melbye. La Guaira, 1853. Flota guerra Venezolana 1947. Muelle de Pto Cabello con vaporres y veleros atracados.

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