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lunes, 28 de febrero de 2011

Hierros para construir carreteras en Los Andes

En las primeras década del siglo XX, los llamados hierros empleados para construir las carreteras eran implementos rudimentarios, tanto como las barras, escardillas, picos, palas, mandarrias, carretillas de mano, carretas grandes. El gobernador de Mérida, general Anselmo Uzcátegui, le solicitó expresamente al general Juan Vicente Gómez, facilitarle mediante envío desde Maracay, dos docenas de barras, ocho docenas de escardillas, tres docenas de picos, cuatro docenas de palas, seis mandarrias, seis carretillas de manos y tres carretas grandes, todo lo cual, allá, el año 1916, tenía un importe de 2.844 bolívares. Si no le enviaba los artículos necesarios, podían hacerle llegar la orden para una compra local, que sería lo mejor advierte Uzcátegui al jefe supremo del Estado. "En estos trabajos pienso emplear gran parte del presidio ­le informa Uzcátegui a Gómez-, pero como la renta del Estado es tan exigua, no me permite atender el pago diario de raciones para la Guarnición Supernumeraria que debe destinarse a la custodia de estos presos en los lugares donde están
trabajando, y por tal motivo desearía que usted me diera nuevamente la otra Compañía de la Fuerza Nacional que estaba aquí, o aunque sea media Compañía para destinarla a la custodia de esos presos, lo cual me sería una gran ayuda para la realización de esta importante obra, pues lo que tendría que invertir en esa Guarnición Supernumeraria, me serviría para el pago de maestros, peones y materiales que se necesitan".
En 1921, en la carretera entre Mérida y Lagunillas, utilizaron los conocimientos del secretario privado del gobernador, Miguel Febres Cordero, quien no era ingeniero aunque diseñó el sendero y realizaba trabajos de campo a los efectos del trazado y supervisión. Los 35 kilómetros fueron abiertos en cinco años. La anchura variaba entre seis y diez metros. Tenía 16 puentes de distintas dimensiones, uno sobre el río Albarregas con estribos de cemento y ladrillos y piso de concreto, que mide 40 metros de largos por cuatro de ancho y
cinco de altura; cinco con estribos de mampostería y piso de concreto sobre las quebradas Negra, Ceibita, Enfadosa, Cordillera y Maruchí, cuatro de arco de mampostería en la forma siguiente: uno sobre el río Motatán, que mide nueve metros de abertura en su base por cinco de alto y cuatro de ancho, dos sobre los ríos Los González y La Sucia, los cuales tiene cada uno doce metros de abertura por cinco de alto y cuatro de ancho, el otro en el zanjón El Chorro, que mide seis metros de abertura por cuatro de alto y cuatro de ancho, y los seis restantes con estribos de mampostería y piso de madera: uno sobre el río La Portuguesa, otro sobre la quebrada San Miguel y cuatro sobre los zanjones El Manzanillo, El Caballo, La Huerta y El Zamuro.
"En la margen derecha del Chama tiene la vía para su defensa contra las fuertes avenidas del río, dos murallas o diques de cemento que miden: una, doscientos metros de largo por dos de espesos y cuatro de altura, y la otra, cien metros de largo por tres de alto y dos de espesor, y otra muralla de mampostería de cincuenta metros de largo por cuatro de alto y tres de espesores". Construir aquellos 35 kilómetros en tierra andina representaba invertir aproximadamente 180 mil bolívares sin incluir los hierros o herramientas de trabajo y el cemento, donados por el gobierno nacional al regional.
En 1919 estaban en obra los primeros cuatro kilómetros de la carretera que conectaría A Timotes con el estado Trujillo, con puente sobre la quebrada Quindorá. El 19 de febrero de 1920 concluyeron las obras de la vía Tovar a Santa Cruz incluyendo el puente sobre la quebrada El Cacique además de alcantarillas y desagües. Con 100 hombres, en 1923 estaba abierto un frente de obras dedicado concentrado en la apertura de la vía entre Lagunillas y El Vigía, retardada por la falta de hierros en mejores condiciones que los disponibles. Aunque el trazado entre Lagunillas y Puente Real que pasa sobre el río Chama, se debe al doctor Alfredo Jahn, el doctor Aurelio Beroes, a quien el general Gómez había enviado como apoyo a las gestiones del gobernador Uzcátegui, resolvió insitu que el puente sobre el Chama lo construyeran de madera con estribos de mampostería. En tal forma, ocasionaría menos gastos y el término de duración sería más o menos el mismo que podría tener el de alambre que pensaron construir. Las vigas para ese puente fueron también de madera y tendrían la misma duración ­ explicó el gobernador en carta a Gómez.
En mayo de 1924, Gómez fue informado de que la carretera Mérida a Mucuchíes avanzaba con toda regularidad y la obra va quedando buena. Estaba a cargo del ingeniero José González Cárdenas, reemplazó para Beroes. Por otro lado, de Chachopo hacia Timotes avanzaban los trabajos que a ratos los retrasaba la falta de pólvora para volar las secciones rocosas. La comisión formada por notables del régimen, designada en Maracay para recibir en San Antonio del Táchira a nombre del gobierno nacional, a los asilados a quienes Gómez le aseguró que él actuaría como el "defensor más enérgico de sus derechos y prerrogativas como ciudadanos venezolanos y que podrían vivir tranquilos y felices en esa tierra (Táchira) de nuestros caros afectos", al no más llegar a Mérida el día 18 de julio de 1925, le manifiesta a Gómez por vía telegráfica, su asombro "ante la majestad de la obra acometida por usted para llevar la carretera hasta Mérida, a donde hemos llegado sin inconveniente alguno hoy a las cuatro de la tarde, le enviamos una entusiasta felicitación porque la realidad supera cuanto pudiera imaginarse".
Había invertido cuatro jornadas completas desde que salió de Maracay el grupo que el día 19 se encuentra en Tovar, desde donde despachan otro telegrama al jefe que los monitoreaba desde Maracay: "Llegamos a esta a las 4 p. m., en compañía del general Uzcátegui, y en el trayecto nos hemos detenido a contemplar los puntos que mayores dificultades presentaron para el recio trabajo acometido, o los que son más hermosos y originales. Se han tomado fotografías que guardarán el recuerdo de esta obra estupenda. El contraste que hoy ofrece la vía actual con la antigua es por demás elocuente. Para cuantos han conocido las incomodidades y peligros del tráfico por las famosas laderas de San Pablo y ven ahora las plataformas por donde pasan autos y camiones, la impresión es inmensa. Atravesamos abundosos torrentes casi sin tener tiempo de notar que existen, perdidos como quedan entre fagosidades y barrancos, gracias al atrevido trabajo de la nueva ruta y a los numerosos puentes construidos. Ya no existe la rémora que antes se opusiera al importante tráfico de esas comarcas".





















Leyendas

1. Juan Vicente Gómez visita uno de los tramos de la carretera Trasandina abierta en 1925.

2.Dodge Brothers 1927 retratado en el Museo de la Aviación. Maracay, 2008.

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