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lunes, 4 de enero de 2016

Isabel Zendal Gómez, la primera vacunóloga “a flor de piel” del mundo, es recuperada del olvido

Estuvo en Venezuela a comienzos del siglo XX como parte de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Llegó a bordo de la corbeta “María Pía”

El enigma del origen y nombre de Isabel Zendal Gómez, la cuidadora de los niños que llevaron la vacuna de la viruela por el mundo entre 1803 y 1806, fue resuelto en 2013 por el periodista Antonio López Mariño. Actualmente, Isabel está de nuevo en el centro de los medios de comunicación en España y Latinoamérica, a causa de la publicación, este pasado mayo, de la novela “A flor de piel”, escrita por Javier Moro, inspirado en el descubrimiento de López Mariño, quien relata la travesía y vicisitudes de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna y el papel de Isabel en dicha expedición que tuvo como fin vacunar a los súbditos de las posesiones de la Corona española.
La Real Expedición es una gran proeza científica en el campo de la salud pública; fue ordenada por el rey Carlos IV de España para llevar la vacuna de la viruela, descubierta por Edward Jenner en 1798, en brazos de niños expósitos a América y Filipinas. A la vez, la hazaña también consistió en crear Centros de Vacunación, entrenar a la gente, amén de vacunar al máximo de personas posibles, algo muy complicado por el ambiente alterado que imperaba debido a la crisis política y una precaria situación económica que existía en España en aquella época. Se estima que vacunaron a más de 200.000 personas en todo el viaje y otras tantas fueron vacunadas por los locales.
Carlos IV decide enviar la vacuna a sus colonias, posiblemente por varias razones entre las cuales resaltan: el padecimiento de viruela que sufrió su hija al cual sobrevivió marcada por la enfermedad, las epidemias de viruela que estaban diezmando a la población de las colonias que incidían en la economía de España y por sugerencia de Manuel de Godoy, “El príncipe de la Paz”, su consejero y Primer Ministro de alta estima para el Rey, según relata John Baron en la biografía de Jenner que publicara en 1838. Tuells y Duro-Torrijos se refieren a la misma como “un ejemplo de biopolítica aplicado por el estado para proteger la salud”.
John Baron se expresó de la expedición en los siguientes términos: “Es imposible atender a los hechos que han pasado ante nosotros sin experimentar sentimientos de gratitud y admiración por la sin igual rapidez con la cual individuos y naciones fueron movidos a realizar esfuerzos simultáneos y exitosos para la propagación de este descubrimiento”.
La Expedición partió de A Coruña el 30 de noviembre de 1803 en la corbeta María Pita con los médicos Francisco Xavier Balmis como director, Joseph Salvany como subdirector, tres ayudantes, dos practicantes de los cuales uno era sobrino de Balmis, tres enfermeros, 22 niños de 3 a 9 años, la cuidadora de los niños Isabel Zendal Gómez, dos cocineros, un mayordomo, además del capitán y la tripulación de la corbeta. El itinerario del viaje fue: A Coruña, Islas Canarias, Puerto Rico, Venezuela donde se divide en dos: una parte se dirige al sur (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) encabezada por Salvany y otra hacia el norte (Cuba, México y el suroeste de EE.UU.) regida por Balmis; desde México la expedición partió a Filipinas, Macao y China.
La expedición le dio la vuelta al mundo. La travesía de Balmis duró desde Noviembre 1803 hasta el 7 de septiembre de 1806, fecha de su llegada a Madrid, mientras que la ruta de Salvany duró más tiempo, casi 7 años, hasta el día de su muerte en Cochabamba, el 21 de julio de 1810. Su camino fue más duro y plagado de contratiempos y penalidades como fue el naufragio del bergantín “San Luis” frente a Cartagena de Indias; el agravamiento de su enfermedad, padecía tuberculosis, y el terreno agreste que tuvo que transitar llenos de caminos y montañas infranqueables.
Para transportar la vacuna se debía inmunizar un niño y a los 10 días, cuando madurara la pústula, se extraía material de la misma y luego era inoculada mediante incisiones en el brazo de otro niño; así se traspasaba de uno a otro, manteniéndola activa hasta llegar a tierra firme en donde se ubicaban nativos para ser vacunados que sirvieran para distribuirla a tantos como se pudiera y para seleccionar a otros niños que la llevaran al próximo destino. Adicional a esto, la vacuna también era preservada y distribuida entre láminas de vidrio donde el virus mantenía su actividad por meses. Balmis llevó en el viaje 2.000 pares de vidrio para este propósito. Así fue como la vacuna fue enviada a Panamá, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.
La mayoría de los adultos estaban infectados, por lo que hubo que escoger niños que no hubieran padecido de viruela, de manera que la vacuna pudiera funcionar ya que provee protección de por vida. Eran niños huérfanos o abandonados que vivían en una Casa de Expósitos y a cambio de protegerlos contra la enfermedad y de garantizarles alojamiento, alimentación y educación en América hasta que pudieran subsistir por sí mismo, las autoridades que los cuidaban los dejaron partir. Promesa que no fue cumplida por los gobiernos de las provincias, particularmente en México. Al finalizar el viaje, algunos fueron devueltos a su lugar de origen, otros permanecieron en México. Estos niños fueron unos verdaderos héroes en esta aventura expedicionaria.

“Maria Pía” en las costas de Venezuela. Primero perdida.
Después entre Puerto Cabello y La Guaira antes de ir a La Habana


En Venezuela, se pensaba arribar en el puerto de La Guaira pero se perdieron en las costas venezolanas y cuando solo quedaba el último niño inoculado llegaron a Puerto Cabello el día 20 de marzo, y la vacuna se salvó. Este fue uno de los contratiempos, entre muchos, que tuvieron que enfrentar Balmis y Salvany. De allí transportaron la vacuna por tierra a Caracas y la corbeta María Pita zarpó para el puerto de La Guaira desde donde partió para La Habana. La vacuna fue recibida con festejos y honores en la ciudad capital y de allí fue distribuida a varias ciudades del país.
Fátima Uribarri afirmó: “Venezuela fue una bendición: el gobernador era un defensor de la vacuna y facilitó el trabajo de los expedicionarios”. El país fue un ejemplo de apertura a los adelantos científicos de la época y fue el primer lugar donde se creó la primera Junta de Vacunas. Inclusive, fue elogiada por nuestro insigne maestro Andrés Bello en su “Oda a la Vacuna”, dedicada al señor Don Manuel de Guevara Vasconcelos, presidente gobernador y capitán general de las provincias de Venezuela, donde expone: “…digno representante del gran Carlos, recibe en nombre suyo el justo incienso de gratitud, que a su persona augusta, tributa la ternura de los pueblos;…”

¿Impactó en hispanoamérica?

Aunque esta expedición sanitaria no implicó un impacto masivo en la población si libró a Hispanoamérica de las grandes epidemias que la castigaron en los siglos anteriores. Asimismo, entre las grandes proezas de los dos médicos, Balmis y Salvany, además de culminar con éxito esta epopeya, fueron la metódica preparación con la que planificaron el viaje, la manera de preservar la vacuna y los equipos (máquina pneumática, Barómetros y termómetros) y materiales que se llevaron para hacer un registro de las actividades y el comportamiento de la vacuna. Pero lo más asombroso fue la lección de salud pública y sanitaria que dejaron como legado, muy bien descrito en el ensayo de Tuells y Ramírez Martín. Llevaron, además, 500 ejemplares del texto de Moreau de Sarthe, traducido por Balmis, donde se explicaba todo acerca de la vacuna con la idea de difundir y garantizar la institucionalización y sistematización de esta práctica médica, a través de la creación de las Juntas de Vacunas en las ciudades más grandes a donde llegó la expedición. Aspiración que no se cumplió a lo largo del tiempo.
Empero, hasta hace poco una de las grandes heroínas y la única mujer de este viaje excepcional, Isabel Zendal Gómez, permaneció en el olvido hasta que el periodista Antonio López Mariño decidió ubicar sus orígenes.
Anteriormente, no se conocía con certeza su nombre y pocos reseñaron su importancia en la expedición. Incluso, los dos grandes expertos en la Real Expedición Filantrópica, Ramírez Martín y Tuells, solo le dedicaron un artículo ante los muchos publicados sobre Balmis. Ellos señalan que tampoco se conocía su edad ni estado civil. Pero sí se sabía que fue la rectora de la Casa de Expósitos de A Coruña, cuyo cargo era el equivalente al Presidente de la Junta del Hospital de la Caridad, por lo que debió ser una mujer de gran categoría, así lo señalan Ramírez Martín y Tuells.
En el viaje, esta extraordinaria mujer se dedicó a cuidar a los niños, lo que significó atenderlos ante las inclemencias del tiempo y cuando enfermaban, ayudar a vacunarlos y estar pendiente de impedir que se tocaran las pústulas y evitar el contagio entre ellos. Ella logró que los niños llegaran bien a sus destinos y que el proceso de vacunación se llevara a cabo lo más higiénico y preciso posible. Se hablaba de un niño, Benito Veléz, que no se sabía si era adoptado era su hijo.
Uno de los reconocimientos que ha recibido es la designación de ser “La primera enfermera de la historia en misión internacional” por la OMS (Organización Mundial de la Salud) en 1950.
Entonces, en 2013, la Opinión A Coruña publica el artículo de Antonio López Mariño, premiado en varias oportunidades, que contiene los resultados de su investigación, realizada con el propósito de seguir el rastro biográfico de la heroína pero también desconocida Isabel Zendal Gómez. De acuerdo al periodista López, este es su verdadero nombre después de haber pasado 250 años siendo señalada con 35 nombres distintos. Incluso, el mismo Balmis la citó con varios nombres en sus documentos en distintas oportunidades.
De esta manera, López con la ayuda de Joaquín Pedrido, incursionó en distintos documentos del Archivo Histórico Municipal de A. Coruña y de otros Archivos. Después de una exhaustiva pesquisa llegaron a la conclusión que la dama que acompañó a los niños expósitos que transportaron la vacuna por el mundo, en la impensable expedición filantrópica, y rectora de la Casa de Expósitos en A Coruña, era hija de unos padres “Pobres de Solemnidad”: Jacobo Zendal e Ygnazia Gómez. Se llamaba Isabel Zendal Gómez, era oriunda de la pobrísima parroquia de Santa Mariña de Parada y madre soltera de un hijo bautizado como Benito Vélez, un estigma muy ofensivo para aquellos tiempos. Para López Mariño, Isabel nació en febrero de 1773 y tenía 30 años al partir de A Coruña.
El término “pobre de solemnidad”, muy usado por nuestros padres, viene de esa España y era utilizado para referirse a aquellas personas “realmente pobres” que no tenían ni siquiera para costear su entierro, en cuyos casos la Iglesia era la encargada de darles sepultura. Así que los padres de Isabel fueron enterrados en la Iglesia de Santa Mariña de Parada, después que ella diera su autorización, como figura en las actas de defunción.
El hallazgo de López Mariño llamo la atención de Javier Moro y lo estimuló para comenzar a escribir la ya pensada historia de la Real Expedición Filatrópica de la Vacuna, con Isabel como personaje central, restringiéndose a la verdad histórica en los puntos esenciales de la novela. Con el lanzamiento del libro “A flor de piel”, en mayo de 2015, vuelve Isabel Zendal Gómez a estar en las noticias.
Aunque Isabel ha sido recreada en varias novelas, esta es la primera publicada después de conocerse su origen y algunos aspectos biográficos claves para descifrar su personalidad. A partir del nuevo descubrimiento, Moro pudo hilar y crear muy asertivamente el personaje central de “A flor de piel”, Isabel Zendal Gómez.
Moro la dibuja como una niña gallega, cuya madre murió de viruela cuando tenía 13 años y quien aprendió a leer y escribir, la única de su género, con el párroco de la Iglesia. Luego adolescente deja su pueblo al ser contratada, con la ayuda del párroco, para trabajar como doméstica en A Coruña de donde pasó a ser Rectora de la Casa de los Expósitos. Y fue allí donde fue reclutada por Balmis para participar en la gran aventura que llevó la vacuna a otros continentes. En su viaje aprendió a vacunar, a ser una gran enfermera y a sortear las muchas dificultades que tuvo que enfrentar. Era una mujer muy adelantada para su momento. Su rastro y vida desaparecen en Puebla, México, donde regresa a vivir al finalizar la expedición y es allí donde muere.
Moro señala: “Las armas que te da la literatura te permiten conocer la historia de una manera distinta. No es mentir, es llegar a la verdad por otro camino”. Añade: “Lo que me ha fascinado de Isabel Zendal es toda su evolución, cómo consigue ser la primera enfermera y pediatra de la historia, como consigue ser una mujer exitosa en una época en que era imposible para los desfavorecidos” y yo agregaría “y para las mujeres también”.
A través de este notable libro, Javier Moro nos permite revivir esta gran proeza humanitaria con un acucioso cuidado de los detalles y de la verdad histórica de sus personajes, mediante el recurso de la novela que le permite llegar a muchos. De esta manera, nos imbuye en el conocimiento de esta extraordinaria mujer y nos estimula a admirar nuestros héroes.
Una gran mujer, una gran historia.
Irene Pérez Schael
@miradorsalud http://t.co/a061BexDsV.

En el grabado, la corbeta "María Pía" abandona uno de los puertos del Caribe.




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