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viernes, 10 de octubre de 2014

Hotel Humboldt, un milagro en el Ávila

Cuando era todavía niño subí al Ávila con mi padre en uno de esos 4x4 Mercedes Benz Unimog empleados para comenzar la exploración en función del proyecto teleférico. La estación Ávila estaba concluida y el hotel en ejecución. Se omite mencionar ideas previas (1887, 1897, 1934) a la pertinentemente adoptada por el gobierno de PJ. Sin embargo, se trata de un documental de enorme valía por los singulares testimonios recolectados a partir de viejos noticieros y las entrevistas a o testimoniales de figuras capitales en el desenvolvimiento de una obra que es difícil asimilar que, no obstante sus magnitudes y prestancia, en lo esencial -sus estructuras más los acabados- estuvo lista en 189 días, como lo resalta Francisco Mastropaolo. De tales seis meses, sólo 40 días fueron necesarios para levantar la torre del hotel que, como escuchamos decir, podemos tenerla como “el faro de Caracas”. Los 189 días incluyeron construir el tramo Ávila-El Cojo (Macuto), hace años convertido en ruinas que se pueden visitar, vivas o elocuentes demostraciones de nuestras capacidades para destruir y evidenciar cuánta desidia. ¿Qué nos ocurrió y ocurre? Los productos de cuanto le sembraron al país hombres y mujeres como tantos como los Mastropaolo, los Oscar Benedetti, los Juancho ottaola, los Tomás Sanabria, los Urreiztieta, los Valmijana, los Celso Fortoul, los José Montañez, los Fernando Capecchi, los Samaniego, Leopoldo Sucre Figarella, los Villanueva, los Smeraldi,… están ahí como testimonios de nuestros tiempos modernos o ejemplos de capacidades excepcionales venidas tan a menos. Importantes todos esos personajes y sus seguidores profesionales, tanto como los resaltados en el documental: los trabajadores venezolanos diestros en el manejo de las maquinarias, los españoles muy capacitados para el tratamiento de los ferros, portugueses esmerados en la madera e italianos en el cemento y los vaciados de acuerdo a lo proyectado y perfectamente calculado, con gran seguridad en sus atrevidas propuestas, por Sanabria y Urreiztieta. 800 personas entre profesionales, maestros de obra y obreros, trabajaron sobre la cima de la montaña o los barrancos en ambas faldas del Ávila, en dos turnos de 12 horas cada uno para cubrir 24 horas de jornada ininterrumpida pese al frío, intensa nubosidad, sol intenso o noches sin luna.
¿Qué nos pasó? ¿Sólo el excremento negro? Volviendo al Humboldt, como lo expone el documental de Federico Prieto, no sólo funcionó poco tiempo o como hotel estuvo abierto al público con cierta intermitencia, remodelado cada vez para desmejorar y/o alterar lo originario del hermoso proyecto desde todo punto de vista al punto que avergonzaban las últimas versiones del decorado y estado de los servicios. El más elocuente ejemplo de imbecilidad,, sin exceptuados, durante más de medio siglo de gestión de la obra de pioneros.
Por cierto que la concesión Ávila Mágica le fue arrebatada a quienes les devolvieron vida al teleférico. Razones: colocarla al servicio del pueblo que este domingo fue sorprendido con un incremento del 100 % en la tarifa que ahora ronda los 140 Bs por pasajero. Valga decir, poco menos que un salario mínimo diario.
Los concesionarios de Ávila Mágica descuidaron la preservación de las cabinas con las que se inauguró y funcionó durante mucho tiempo el teleférico Maripérez-Ávila. “la presidencial” alterada la dejaron para exhibirla en maripérez al igual que otras dos piezas de los años 50. El resto fue llevado a un solar sin protección por lo cual sin dificultad fueron desvalijadas por menesterosos que vendían el material a fundiciones temático merideño de Montaña de los Sueños, y una de los primeros carros usados en las obras preliminares –como se aprecia en el extraordinario documental de Federico Prieto- se conserva por mera casualidad, pintada de azul –eran rojas-, como parte del patrimonio de la Fundación Museo del Transporte.
A propósito de la modernidad en Venezuela, vale la pena tomarse la molestia de ir a ver la exposición dedicada al arquitecto Klaus Heufer, presentada en la torre BOD, antes Corpbanca, en plaza la castellana. Alfredo Schael

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