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jueves, 26 de junio de 2014

Don Ernst Weitz: Polaco con corazón de chocolate venezolano

Una pequeña tarjeta de la familia anunció este domingo 15 de junio el fallecimiento en Caracas de don Ernst Weitz. Benjamin Brandwijk Nodelijk nos hizo llegar la siguiente nota recordatoria de su trayectoria en nuestro país, su patria de adopción.

"Polaco con corazón de chocolate venezolano.

El señor Ernst Weitz salió de Polonia justo antes de la invasión nazi. Vino a estas tierras a endulzarnos la vida. Con apenas 19 años se convirtió en aprendiz de confitero industrial y fue en Viena donde aprendió algunos de los secretos de lo que sería su oficio y pasión de toda la vida. “Salí del canal de la mancha a Maracaibo huyendo de la guerra y nunca más pensé en regresar”.
Al Zulia llegó con un contrato pero pronto se mudaría a la capital: “Resulta que mis ex jefes en Viena se vinieron a Venezuela y cuando llegué a Caracas tenían la pastelería La Vienesa en Sabana Grande, yo no sabía mucho de eso… lo mío eran los procesos industriales”. Sin embargo al poco tiempo Ernesto pasaría a formar parte del equipo inicial de una gran industria de la confitería venezolana: la Savoy.
“En el año 42 eran tres hermanos y un pequeño equipo, todo era muy rudimentario y trabajábamos hasta 24 horas al día para lograr los primeros productos”, cuenta el señor Ernst quien estuvo en Savoy desde que las chocolatines se vendían a locha y los llamaban Napolitanos.
“El ping pong fue uno de los primeros éxitos. Comenzamos a venderlos en latas de 2 kilos y medio y se vendían en las pulperías al detal, pero al tiempo vimos que el producto americano se hacía en bolsita y se vendía mucho. Comenzamos a trabajar la maquinaria para ese nuevo empaque, cada producto era un reto… en Savoy trabajé en tres ocasiones pero siempre me tocaron las verdes ” señala divertido.
Desarrollar maquinarias, procesos, manejar temperaturas y empaques, resolver problemas y convertirlos en productos de consumo masivo fue su tiempo y su pasatiempo de toda la vida. “Ese era mi problema- reflexiona Ernesto ahora a sus más de 90 años- para mí no era un trabajo era mi pasatiempo, no sé hacer otra cosa que no sea desarrollar productos, buscar soluciones, inventar cosas”.
Y es así como este confitero polaco estuvo involucrado en el desarrollo en uno de los productos bandera de la Savoy y que es hoy parte de nuestra memoria gustativa: el Toronto. “Creamos el proceso para darle a esa avellana, una cubierta de chocolate blando con pasta de avellana (primera cobertura que era muy dificultosa para trabajar y debíamos enfriar muy artesanalmente), luego una segunda capa de chocolate y por último una de brillo pulido con un jarabe delgado…Una vez que estuvo desarrollado el proceso y la maquinaria fue muy fácil pero llegar hasta allí no fue tan sencillo.” 
Nunca lo es. Su experiencia como profesional de la confitería lo hizo pasearse por la Marlon e involucrarse con otro tipo de productos y le tocó idear hasta la manera para lograr pelar los plátanos más fácilmente cuando los tostoncitos eran una novedad.
“Yo trabajé hasta en el plan manicero en El Tigre con el grupo agroindustrial”. Una época de oro para el maní y el merey en el estado Anzoátegui a mediados de los años 70.
Estuvo en Estados Unidos y en Europa aprendiendo con las grandes empresas sobre empaque y procesos y en ocasiones intentó independizarse y trabajar por su cuenta. “Ernesto se me sale el fondant por el fondo, Ernesto se me fermenta la mermelada… siempre que podía ayudaba a quienes consideraba mis amigos y siempre quedé contento al lograr dar con el problema… no estoy orgulloso de un producto en particular sino de las soluciones e inventos que logré incorporar… Es lo que me llena, no lo inventé pero lo hice, logré hacerlo…”.
Esfuerzos que no son chuchería, Ernst Weitz a pesar de su nombre y procedencia tiene mucho que ver con “el sabor venezolano”.
En los años 50, desde La Carlota, con helicópteros Bell 47 de Aerotécnica que sobrevolaban Caracas, Savoy realizaba esfuerzos publicitarios para respaldar la comercialización de su línea de productos.


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