Suerte grande tuvo Armando Ortiz en tener en sus hijas las continuadoras de su obra periodística y como promotor de los grandes salones anuales del automóvil para los cuales incluso el Poliedro de Caracas resultó pequeño para la representación de todas las marcas y atender la afluencia de público durante 10 días continuos.
María de los Ángeles Ortiz se puso al frente de la revista Automóvil de Venezuela la cual acaba de completar 601 entregas en medio siglo dando la pauta en cuanto publicaciones especializadas en nuestro país. Ningún mejor homenaje a la memoria de don Armando que ofrecer este número especial 50 aniversario donde la tarea periodística de compactar en 100 páginas, cinco décadas de información automotriz. Paso a paso la evolución de la industria ensambladora desde que Ford abrió su planta en Valencia bajo el esquema de la política de sustitución de importaciones e industrialización de Venezuela en el comienzo mismo del proceso democrático de 1959. Diez años antes, General Motors montó una ensambladora en Antímano que le dio características industriales con mano de obra local a la oferta de vehículos nuevos en el país.
Armando Ortiz, en los años 50 adoptado por Venezuela como uno de sus hijos visionarios y emprendedores, con modestia pero mucha fe y buena mano, se entregó al periodismo automotriz. Lo acompañó el cariño de su esposa y en la medida que fueron creciendo y profesionalizándose, sus hijas además de la incorporación de la agilidad periodística de Perla Salazar, de otros colaboradores y amigos quienes, como Julián Afonso Luis, estiró los pantalones compilando información, analizando y escribiendo sobre marcas y modelos.
Afonso ofrece en la presente entrega de Automóvil de Venezuela la revisión más completa de 50 sucesos representativos de media centuria la de apariciones de igual número de marcas o modelos. Difícil que alguien lo supere en el conocimiento del más elemental detalle asociado a los productos reseñados.
Para el cabal conocimiento de una historia con tantos altibajos, el número 601 de la revista dirigida por María de los Ángeles, carece de desperdicios. Nombres, diseños de política, empeños, éxitos y fracasos, persistencia y decepciones, gremialismo, fortalezas y debilidades, encuentran cabida bajo una ordenación cronológica armada con basamento en lo registrado religiosamente en la revista durante medio siglo de presencia en los puestos de revista o la mesa de los suscriptores.
Armando Ortiz fue amigo del Museo del Transporte. Acogió su apertura hace 41 años pero antes reseñó los eventos que sirvieron de punto de partida hasta concretarse en 1970 la idea del grupo promotor nacido de las sociedad civil o del colectivo que contó con el apoyo del Estado a través del Ministerio de Obras Públicas.
Poco antes de fallecer se le ocurrió vincular al Museo Guillermo José Schael alrededor de la idea de establecer acá el Salón del Fama del Automovilismo, no sólo con la finalidad de perpetuar nombres de ases del volante sino de darle merecida figuración permanente a tantos y tantos que durante más de 100 años de historia de presencia de automóviles en Venezuela, de una u otra forma han tenido que hacer con el automovilismo en nuestro país. La última vez que tratamos el tema ya con planos en mano, fue en su nueva casa en La Castellana, frente a un imponente caobo en flor. Ahí quedó todo no obstante la relevancia de esa idea que en algún momento y lugar cristalizará.
Más allá de lo que fue imposible materializar de la planificación para el futuro, por ahora lo importante es que Automóvil de Venezuela, primera revista automotriz venezolana e internacional, completó sus primeros 50 años. No ha habido todavía ni ausencia ni tormento perturbador de este hijo de un hombre hábil y bueno que se llamó Armando Ortiz.
Alfredo Schael
Alfredo Schael